Le acompañó y apoyó en todo momento hasta su muerte en 1977, su esposa Mariagus Molina Sáinz.
Persona de una vasta cultura y gran sensibilidad tanto humana como artística, su inquietud intelectual le llevó a publicar reportajes periodísticos en el diario Odiel sobre la transformación urbanística, social e histórica de la ciudad.
Este Plan Urbanístico ha sido la base sobre las que se ha desarrollado la ciudad durante las últimas décadas, siendo sus trazas básicas las que han dado lugar a la conformación de la ciudad en el siglo XXI.
Oponerse a las directrices oficiales en la década de los sesenta no era una tarea grata ni fácil, fracasó en su intento lo que llevó con la dignidad con la que cargan la derrota los grandes hombres.
Su archivo documental se conservó en Madrid en la vivienda del arquitecto hasta el año 2000.