Fue el tercero de cuatro hermanos (Antonio, Félix, Adolfo y José).
Su trabajo fue difícil pero consiguió ayudar a inmigrantes filipinos y de otros países asiáticos en Tokio.
Además de su nativo español, hablaba cinco idiomas: catalán, japonés, inglés, francés e italiano.
Se trasladó a Filipinas tras presentar la renuncia con ochenta años, para colaborar en la Pastoral de Manila; Arturo Sosa fue elegido su sucesor en la congregación.
José María Fernández Martos, jesuita, describió al nuevo Superior: «Destacaría primero, una gran sensibilidad para el diálogo con la cultura.
Fernández Martos da el siguiente testimonio: «Tiene una honda conciencia de la Justicia Social.
[5] Sobre su experiencia ecuménica al vivir en Oriente se refirió Joaquín Salord, jesuita que trabaja en Camboya: «Es muy abierto, sabe mucho del diálogo interreligioso, domina el tema del budismo, y el sintoísmo y ha sido consejero en el sínodo de obispos de Asia».
Se refirió a la comparación con el jesuita Pedro Arrupe: «Otros periódicos dicen que soy tipo Arrupe, tipo Kolvenbach, mitad y mitad, al cincuenta por ciento, pero nadie ha dicho todavía que tengo un 10 por ciento de Elvis Presley, pero se podría decir y no sería sorpresa.
Es en este diálogo donde se pueden encontrar quizás, en algunas cuestiones, las diferencias, pero siempre en la búsqueda común de la verdad».
[6] Al preguntarle sobre el futuro, el padre Nicolás dijo que puede decir muy poco, porque acaba de comenzar, pero sobre como sería su actuar señaló la transparencia: «Yo pienso ser transparente.