Aunque inicialmente estaba subordinado a los mandos militares en Bélgica y el norte de Francia, Simon fue confirmado en su nombramiento el 2 de agosto por el propio Adolf Hitler, indicando que reportaba directamente al Führer y a nadie más.
[1] Para el Gauleiter, la independencia luxemburguesa era una "idea absurda", que existía sólo porque la monarquía y el gobierno la habían nutrido: si se mostraba a los luxemburgueses pruebas de su pertenencia a la nación alemana, la voluntad de ser independientes debía desaparecer.
[1] Simon tenía dos objetivos claros: Su primera serie de decretos dejó muy clara esta política: Se lanzó una campaña de propaganda masiva para influir en la población, mientras que no solo los disidentes y los críticos, sino también los maestros, los funcionarios y las principales figuras empresariales fueron amenazados con perder sus trabajos a menos que se unieran a las organizaciones nazis, lo que llevó a un mayor reclutamiento de todas las profesiones.
Un registro central documentó la opinión personal sobre el régimen nazi de casi todos los ciudadanos.
Las autoridades de ocupación intentaron cubrir Luxemburgo con una red de organizaciones políticas, sociales y culturales, como la que también existía en Alemania, incluidas las Hitlerjugend, la Bund Deutscher Mädel, el Winterhilfswerk, la NS-Frauenschaft y el Deutsche Arbeitsfront.