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Primer asedio del Callao

El primer sitio del Callao fue un prolongado bloqueo militar de la Fortaleza del Real Felipe (así como otras fortalezas) en el Callao por parte de la Expedición Libertadora del Perú al mando del General José de San Martín en julio de 1821 que culminó con la capitulación del Mariscal José de La Mar en septiembre del mismo año, quien pasó del bando realista al bando patriota .

Fondo

El 12 de julio de 1821, tras la retirada del virrey José de la Serna y su ejército a la sierra, el ejército al mando de San Martín ocupó Lima y al día siguiente se inició el sitio terrestre del Callao, que junto con el bloqueo marítimo  realizado previamente por la flota chilena al mando del almirante Thomas Cochrane , vino a completar el asedio.

El virrey contaba con una guarnición de 2.000 hombres compuesta por soldados regulares y milicias urbanas bajo el mando del gobernador y jefe de plaza para defender el puerto. El mariscal José de La Mar recibió un ultimátum el 13 de julio del general San Martín, que rechazó.

El asedio

Durante el sitio fueron frecuentes los tiroteos entre la guarnición patriota, los buques y las avanzadas que hostigaban a los defensores. El 24 de julio un parlamentario recibió en la plaza las proclamas de independencia del general San Martín, que buscaba sin éxito ganar a la guarnición realista a la causa patriota. Debido al resultado infructuoso de esta propuesta, esa misma noche la flota de Cochrane atacó el puerto, incendiando dos buques menores y tomando tres. Los combates continuaron y el 4 de agosto los sitiadores comenzaron a bombardear los castillos con obús , repitiendo esta operación todas las noches hasta el 14 con el fin de mantener fatigados y desmoralizados a los soldados realistas. Ese mismo día, el general Juan Gregorio de las Heras encabezó un audaz ataque terrestre a la plaza. El plan era que 150 jinetes y 1.000 infantes salieran corriendo de sus cuarteles en Bellavista y desbordaran las puertas de la fortaleza antes de que pudieran ser levantadas. El plan terminó sin éxito. Sin embargo, la caballería patriota logró matar o capturar a los soldados que no lograron ingresar a la fortaleza. Debido a esto, los patriotas tuvieron 27 bajas mientras que los realistas 41, siendo herido y hecho prisionero el coronel Mariano Ricafort .

La incursión de Canterac en Lima

Mientras tanto, desde el Cuzco, el virrey La Serna había planeado una incursión sobre el valle de Lima, la cual, dirigida por el general José de Canterac , al mando de 3.100 soldados y 9 piezas de artillería, partió de Jauja a fines de agosto. Tras atravesar la cordillera andina en una difícil travesía y tener que enfrentarse a los montoneros , las tropas llegaron a las afueras de la capital el 8 de septiembre, donde encontraron al ejército patriota manteniendo posiciones defensivas. Aunque San Martín contaba con un ejército superior en función del número de efectivos, decidió no atacar pese a la insistencia del general Las Heras, permitiendo así a Canterac marchar hasta ingresar al Callao.

Están perdidos. El Callao es nuestro. No tienen provisiones para quince días. Los auxiliares de la sierra se los van a comer. Dentro de ocho días tendrán que rendirse o acabar con nuestras bayonetas.

—  José de San Martín sobre una carta enviada al General Las Heras [5]

Luego de realizar una junta de guerra en el Callao, Canterac optó por regresar a la sierra. Sus hombres abandonaron las fortalezas con entusiasmo y vitoreando al rey porque creían que iban a combatir, sin embargo, al virar hacia el norte, cruzar el río Rímac y verse ante la dolorosa perspectiva de cruzar nuevamente la cordillera, la desmoralización cundió en el ejército realista, pues las deserciones aumentaron a niveles alarmantes. A pesar del éxito obtenido frente a las tropas de San Martín que habían enviado en su persecución bajo el mando del general Guillermo Miller , al regresar a Jauja el ejército se vio seriamente mermado en número y pertrechos.

Fin del asedio

Cuando Canterac abandonó los castillos, la guarnición del Callao quedó nuevamente aislada y con provisiones para sólo cuatro días. Como las posibilidades de que los sitiados recibieran refuerzos o suministros de cualquier tipo se hacían remotas, San Martín ofreció a La Mar una rendición honrosa, asegurándole que el ejército de Canterac se alejaba en estado desastroso y en franca dispersión. Ante esta situación, La Mar convocó una junta de guerra donde se concluyó que no había otra alternativa que la rendición.

Las condiciones de la capitulación permitieron a las tropas realistas retirarse en gala, portando sus armas ligeras y con sus banderas desplegadas, siendo saludadas en la marcha por la artillería del ejército patriota. Tras dejar sus fusiles sobre la bandera, a los soldados regulares se les permitió marchar para unirse al ejército realista estacionado en Arequipa y a los milicianos regresar a sus hogares. Según informó el Diario Oficial de Chile , las fuerzas capituladas eran de 600 soldados y 1000 milicianos.

Las condiciones benévolas de San Martín, aunque criticadas por algunos historiadores, permitieron que la causa patriota conquistara a algunos individuos que hasta entonces militaban en el ejército realista, reconociéndoles el mismo grado y empleo en el ejército patriota, entre ellos el propio La Mar, quien, tras renunciar a sus grados y condecoraciones que recibió por sus servicios en España y el Perú , sirvió fielmente a la causa de la independencia hasta la batalla de Ayacucho y luego llegó a ser presidente del Perú .

Véase también

Referencias

  1. ^ Barros Arana, Diego (1865). Compendio de historia de América: La revolución. Imprenta del Ferrocarril. pag. 426.
  2. ^ Rodríguez Sepúlveda, Juan Agustín (1981). La Vida Militar De Ohiggins. Editorial Jurídica de Chile. pag. 168.
  3. ^ Barros Arana, Diego (2000). Historia general de Chile: Parte novena: Organización de la república 1820-1833 (continuación). Editorial Universitaria. pag. 73.ISBN 978-9-56111-786-0.
  4. ^ Según informe del comandante de Valparaíso al presidente O'Higgins (Gazeta ministerial de Chile. Vol III, 1821, p. 2)
  5. ^ Galasso, Norberto (2000). Seamos libres y lo demás no importa nada: vida de San Martín (en español). Buenos Aires: Colihue. pag. 370.ISBN 978-9-50581-779-5.