En el siglo V se estableció por primera vez una diócesis en Vic. Tras la conquista islámica de España en 711, la diócesis fue abandonada.
La diócesis fue restablecida en 886, poco después de que comenzara la reubicación oficial de la Llanura de Vic en 878. Según una teoría, la nueva diócesis fue producto de la iniciativa de Sunyer II , conde de Empúries , y Teuter, obispo de Girona , extendió su influencia hacia Occidente a costa del conde Wifred I de Osona . [1] Es más probable que la sede fuera refundada con el apoyo de Wifred, quien solicitó a la archidiócesis de Narbona que la aceptara como sufragánea. [1] Aunque Vic era la capital tradicional del Condado de Osona , el condado y el obispado no eran colindantes. Dentro del Condado de Besalú se encontraba el monasterio de Santa María de Ripoll , uno de los más importantes de la diócesis . [1] Mientras los condes de Osona fueron también condes de Barcelona , designaron vizcondes para gobernar en Osona, y éstos habitualmente residían en el castillo de Cardona en la diócesis de Urgell . [1] Como resultado, los obispos de Vic llegaron a controlar la propia ciudad, mezclando allí el poder público, privado y eclesiástico. [1]
Se conserva una carta del rey Odón fechada en 889, en la que el rey parece conceder el conde de Osona al obispo, pero la mayor parte del texto es de una fecha posterior y no es fiable. [2] El rey sí concedió al obispo la fortaleza de Artés , así como un tercio de los ingresos públicos del condado. [2] Hacia el 911, cuando el testamento del conde Wifred II concedía al obispo un tercio de los beneficios de las cecas de Osona, éste ya había sustituido al vizconde como persona más poderosa del condado. [2] Durante el reinado de Luis IV (936-954), el obispo de Vic recibió la confirmación real de su derecho monetario. [2] En 957, sin ninguna autoridad para hacerlo, el obispo comenzó a retener todos los beneficios de las casas de moneda para la iglesia. [2] A lo largo del siglo X los condes de Osona intentaron repoblar el oeste del condado y fortificar la frontera. Para ello concedieron al obispo muchos castillos fronterizos. [3]