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Literatura salvadoreña

Escritores salvadoreños

La literatura salvadoreña es la literatura escrita principalmente en El Salvador . La literatura salvadoreña está escrita principalmente en español y en otros idiomas como el inglés [1] (escrita principalmente por su diáspora).

Orígenes de la literatura salvadoreña

Literatura colonial

Durante el periodo colonial, la literatura floreció en las metrópolis ibéricas; en las colonias de América hubo también un notable cultivo de las artes, especialmente la arquitectura, las bellas artes y la música. Sin embargo, hubo importantes barreras para un surgimiento comparable en la literatura. Las autoridades religiosas controlaban celosamente las vidas de los recién conversos al cristianismo, insistiendo en que la expresión literaria estuviera al servicio de la fe y bajo su cuidadoso escrutinio. A pesar de ello, en las cortes virreinales de México y Lima surgió una importante tradición literaria secular. Esta literatura tendía a imitar los cánones metropolitanos, aunque en ocasiones nutrió una voz original y memorable como la de la poeta mexicana Juana Inés de la Cruz .

El territorio salvadoreño se encontraba alejado de los centros de cultura. La literatura pudo haber gozado de popularidad entre pequeños círculos de criollos cultos , pero hay poca evidencia de ello. La evidencia que existe confirma que el desarrollo literario fue esporádico, efímero e incluso accidental. Un ejemplo de tal desarrollo es la casa del andaluz Juan de Mestanza, quien fue alcalde de Sonsonate entre 1585 y 1589, mencionado en el " Viaje del Parnaso " de Miguel de Cervantes . [2] En la época colonial hubo una considerable actividad teatral, aspecto central del entretenimiento popular en las festividades de los asentamientos. Durante estos eventos se presentaban obras religiosas o cómicas.

Literatura religiosa

La fe y los ritos católicos eran el factor unificador de una sociedad heterogénea y altamente estratificada. Algunas expresiones literarias estaban vinculadas a producciones dramáticas de temática religiosa, representadas durante celebraciones en pueblos y barrios. Por otro lado, una parte de la literatura estaba dirigida a un público más reducido y de élite. En este último grupo se encuentran las obras piadosas, las hagiografías que retratan las vidas de los santos y los tratados teológicos, escritos por clérigos nacidos en el condado, pero generalmente publicados en Europa.

Entre esta última categoría se encuentra Juan Antonio Arias, jesuita nacido en Santa Ana . Escribió tratados como Misteriosa sombra de las primeras luces del divino Osiris y Jesús recién nacido . El padre Bartolomé Cañas, también jesuita, buscó asilo en Italia tras ser expulsado de su orden en los territorios españoles; en Bolonia escribió una importante disertación apologética. Diego José Fuente, un franciscano nacido en San Salvador , publicó diversas obras religiosas en España. Juan Díaz , natural de Sonsonate , escribió la biografía Vida y virtudes del venerable fray Andrés del Valle .

Literatura secular

La portada de El puntero apuntado con apuntes breves

Una obra de gran importancia no religiosa fue un manual para la fabricación del añil El puntero apuntado con apuntes breves , de Juan de Dios del Cid, quien hizo una imprenta rudimentaria para publicar su obra, que pudo haber sido la primera imprenta en el territorio de El Salvador. El documento está impreso con la fecha de 1641, pero el crítico literario salvadoreño Luis Gallegos Valdés afirma que esta fecha fue un error tipográfico, y algunas referencias históricas la ubican en el siglo siguiente. Otra obra importante fue la Carta de Relación , escrita por el conquistador Pedro de Alvarado por razones prácticas; narra episodios importantes de la conquista de América.

La literatura en la época de la independencia

En las últimas décadas del dominio español ya existía en Centroamérica una considerable actividad cultural secular, centrada en la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde se reunían criollos cultos para discutir e intercambiar ideas de la Ilustración, lo que favoreció el surgimiento de una literatura más política que estética, manifestada principalmente en la oratoria y la prosa argumentativa, tanto polémica como doctrinal, en la que los autores demostraban su ingenio y el uso de la retórica clásica.

Una figura importante de esta época fue el padre Manuel Aguilar (1750-1819), cuya famosa homilía proclamó el derecho de insurrección de los pueblos oprimidos, provocando escándalo y censura. El sacerdote José Simeón Cañas (1767-1838) es conocido por su discurso de 1823 en la Asamblea Constituyente, en el que exigió la emancipación de los esclavos. El presbiteriano Isidro Menéndez (1795-1858), autor de gran parte de la legislación de la época, también fue famoso por su oratoria.

La estética de la literatura salvadoreña de esta época no tenía un papel comparable al del discurso elocuente o la escritura periodística. La literatura se utilizaba solo ocasionalmente, como versos anónimos que ofrecían comentarios satíricos sobre la política contemporánea u otra poesía que celebraba el buen nombre y las hazañas de figuras importantes. Ejemplos de esta última categoría incluyen la obra en prosa Tragedia de Morazán (1894) de Francisco Díaz (1812-1845) y la oda Al ciudadano José Cecilio del Valle (1827) de Miguel Álvarez Castro (1795-1856).

La debilidad del Estado, la falta de vida urbana y la consiguiente inexistencia de infraestructuras culturales limitaron la capacidad de los autores para subsistir. En estas condiciones, los artistas dependían de mecenas privados y se orientaban a satisfacer sus gustos y a aumentar su prestigio social.

Era del liberalismo y la modernización cultural

El nacimiento de una literatura netamente salvadoreña debe situarse en su contexto histórico. Fue con el ascenso de Rafael Zaldívar en 1876 que los liberales derrotaron a sus rivales conservadores. A medida que fundaron un Estado nacional desde cero, la literatura adquirió cada vez mayor relevancia.

David Joaquín Guzmán .

El proyecto liberal

Los defensores del proyecto nacional esperaban que el desarrollo de una economía orientada a la exportación agrícola, con el café como principal producto, permitiera pasar de la barbarie (para los liberales, sinónimo de caudillismo, catolicismo y un público inculto) a la civilización (sinónimo de logros políticos y sociales como los de las naciones europeas avanzadas).

Después de muchas reformas estatales y de su estructura, el país fue perdiendo su identidad cultural indígena y comenzó a forjarse una nueva identidad. Era necesaria una élite ilustrada para ayudar en este proceso. Así, en 1841 y 1870 se fundaron la Universidad de El Salvador y la Biblioteca Nacional, respectivamente. A finales del siglo XIX, la Biblioteca Nacional se había fortalecido considerablemente; patrocinaba la publicación de obras de autores locales, además de su propia revista. La semioficial Academia Salvadoreña de la Lengua también se fundó nominalmente en 1876, aunque no comenzó a funcionar hasta 1914.

Paralelamente, surgió una cultura de élite independiente. Esta actividad se aglutinó en torno a sociedades científicas y literarias, la mayoría de las cuales tuvieron una existencia breve. La sociedad La Juventud , fundada en 1878, fue una excepción a esta regla. A pesar de su reducido número de miembros, fue un foro muy activo respecto a las últimas tendencias científicas y artísticas. Así se fue configurando una élite intelectual compuesta en gran medida por la élite económica. Muchas de las obras literarias importantes de esta época fueron científicas. En las ciencias naturales, el médico y antropólogo David Joaquín Guzmán , autor de la Oración a la Bandera Salvadoreña , fue una figura importante. Santiago I. Barberena fue una figura importante en geografía e historia.

A pesar de este énfasis científico, la élite tenía un respeto especial por la cultura estética, en particular la literatura. Para las élites liberales, la alfabetización y el conocimiento de las últimas tendencias de la literatura europea (en particular, la francesa) eran signos inequívocos de superioridad espiritual. Esta peculiar actitud hacia la estética contribuyó a elevar el estatus social de los poetas e hizo de la literatura un elemento importante en la legitimación del Estado.

Modernismo y modernización literaria

Juan José Cañas .

La historia del modernismo en El Salvador se remonta a la controversia sobre la influencia del romanticismo que tuvo lugar en las páginas de La Juventud . La Juventud denunció la enseñanza de Fernando Velarde, un español que vivió en el país durante la década de 1870, influyendo en los jóvenes escritores con su poesía soñadora y grandilocuente. Su enseñanza produjo una obra poética influenciada por el romanticismo español. Entre estos autores se encontraban Juan José Cañas (1826-1918) (letrista del himno nacional ), [3] Rafael Cabrera, Dolores Arias, Antonio Guevara Valdés e Isaac Ruiz Araujo.

Siendo aún adolescentes, Rubén Darío (1867-1916), el famoso poeta nicaragüense que vivía en San Salvador, y Francisco Gavidia (1864-1955) atacaron la poesía de Velarde y llamaron la atención, en cambio, hacia el modelo de la poesía simbolista parnasiana de origen francés. Ambos estudiaron esa poesía con rigor y entusiasmo, tratando de desentrañar sus intrincados mecanismos constructivos y traduciéndolos al idioma español.

Francisco Gavidia asumió la fundación de una literatura nacional, preocupación que se refleja en sus voluminosos escritos. Sus escritos son la máxima expresión del espíritu liberal en las artes. Su visión de la literatura salvadoreña aboga por el predominio de las tradiciones occidentales, sin olvidar la necesidad de preservar y conocer las tradiciones autóctonas.

Otros autores importantes de la época fueron Vicente Acosta , Juan José Bernal, Calixto Velado y Víctor Jerez. Algunos de ellos participaron en la publicación La Quincena Literaria , que cumplió un importante papel en la difusión de la estética finisecular.

Literatura del siglo XX

Durante las primeras décadas del siglo XX el modernismo siguió dominando la literatura salvadoreña, aunque comenzaron a vislumbrarse nuevas tendencias. El modelo de modernización cultural liberal pareció consolidarse bajo el efímero gobierno de Manuel Enrique Araujo , quien contaba con el apoyo de los intelectuales y parecía comprometido con una política de fomento de las ciencias y las artes. Araujo intentó dar una base institucional más sólida al modelo de sociedades literarias científicas con la fundación del Ateneo de El Salvador (asociación para el estudio de la historia y la escritura nacionales), pero este impulso se vio truncado por su asesinato en 1913.

Durante la dinastía Meléndez-Quiñones que siguió, cualquier progreso se vio ensombrecido por el regreso de males de tiempos pasados: el nepotismo, la intolerancia y el clientelismo, especialmente dentro de la clase intelectual.

Costumbrismoy la introspección

El panorama literario salvadoreño, que hasta entonces había encarnado un espíritu estético cosmopolita, estaba mal equipado para lidiar con la nueva realidad política del país. Como resultado, surgieron diferentes maneras de retratar las costumbres locales y la vida cotidiana, ya fueran satíricas o analíticas, y los escritores comenzaron a dirigir su atención a cuestiones que antes habían sido descuidadas en la expresión literaria. Un escritor importante en la tradición costumbrista fue el general José María Peralta Lagos (1873-1944), ministro de Guerra de Manuel Enrique Araujo y, bajo el seudónimo de TP Mechín, un autor muy popular de polémicas y sátira social. Sus obras narrativas y su drama Candidato retratan con humor aspectos típicos de la vida provinciana. Otros costumbristas importantes fueron Francisco Herrera Velado y Alberto Rivas Bonilla.

La popularidad de escribir sobre la vida cotidiana fue acompañada por la creciente importancia del periodismo. El auge del periodismo significó más escritura independiente y, en consecuencia, más escritura crítica sobre la situación del condado. Los periodistas también se dedicaron a escribir artículos políticos persuasivos. Alberto Masferrer (1868-1932), por ejemplo, escribió muchos ensayos políticos que, aunque de naturaleza más política que artística, contribuyeron a las tendencias literarias cambiantes de la época.

Arturo Ambrogi .

En esta época, las preocupaciones estéticas se subordinaban generalmente a las ideológicas. Sin embargo, no fue así para Arturo Ambrosi (1885-1936), quien fue el escritor más leído y de mayor prestigio de El Salvador. Publicó numerosos retratos y crónicas literarias, que culminaron en El libro del trópico ( 1917) . La originalidad de Ambrosi residió en su giro temático hacia las tradiciones nativas de El Salvador y su síntesis de la lengua literaria y el dialecto vernáculo.

La representación del habla popular estuvo presente con frecuencia en las obras costumbristas , aportando colorido local y tipificando personajes ignorantes. El enfoque de Ambrogi fue novedoso: mostró las posibilidades literarias del habla popular, sugiriendo el mérito de la cultura vernácula. La obra lírica del poeta Alfredo Espino (1900-1928), los temas y el lenguaje populares se transformaron de manera similar en material poético. Si bien su poesía puede parecer anacrónica y pueril para los lectores modernos, su obra fue importante en la historia literaria salvadoreña. Las primeras décadas del siglo XX fueron importantes porque marcaron el cambio de una cultura literaria elitista y europeizada a una cultura literaria nacional más inclusiva, que hacía referencia a lo nativo para definirse.

Antimodernismo

A finales de la década de 1920 y principios de la de 1930, la sociedad salvadoreña experimentó diversos choques sociales y políticos que trastocaron la frágil sociedad literaria. En el frente económico, la crisis de Wall Street resultó en una drástica caída de los precios del café. El presidente Pío Romero Bosque había iniciado un proceso de retorno a la legalidad institucional, convocando las primeras elecciones libres de la historia salvadoreña. El ingeniero Arturo Araujo fue elegido con una plataforma reformista inspirada en las ideas de Alberto Masferrer . La crisis económica y el conflicto político resultante condujeron a seis décadas de autoritarismo militar que suprimió dramáticamente la proliferación de la literatura.

Los escritores buscaron activamente alternativas al modernismo occidental. Los modernistas, como Rubén Darío, condenaron con frecuencia la naturaleza prosaica de la época, pero se sintieron deslumbrados por la opulencia y el refinamiento de la Europa de finales del siglo XIX. Si bien los modernistas condenaban la vulgaridad de los nuevos ricos, no se inclinaban a denunciar el arte que producía la riqueza. Entre las nuevas generaciones literarias esta actitud cambió; comenzaron a rechazar incluso los fundamentos del modernismo.

Alberto Masferrer, desde su puesto de cónsul en Amberes, observó esta crisis; los escritos de Alberto Guerra Trigueros (1898-1950) también reflejaron la tendencia hacia la alteridad como modelo de progreso. Esta búsqueda de alternativas llevó a muchos a abrazar el misticismo oriental, las culturas amerindias y el primitivismo que veía en los modos de vida tradicionales la antítesis de la modernidad desencantada.

Claudia Lars .

La teosofía y otras adaptaciones sui generis de las religiones orientales ganaron popularidad. Estas ideas resultaron particularmente atractivas para un grupo de escritores entre los que se encontraban Alberto Guerra Trigeros, Salarrué (1899-1975), Claudia Lars (1899-1974), Serafín Quiteño, Raúl Contreras, Miguel Ángel Espino , Quino Caso y Juan Felipe Toruño. Estos escritores encontraron su credo estético en un arte definido como antagonista radical de la modernidad social.

Guerra Trigueros fue el artista con la formación teórica más sólida de este grupo y el más familiarizado con las tendencias intelectuales y estéticas en Europa. Además de ser un autor respetado, también jugó un papel importante como difusor de nuevas ideas estéticas. En sus ensayos, abogó por una redefinición radical del lenguaje y los temas en la poesía, que habían estado dominados por la estética modernista. Promovió el verso libre y la poesía de tono coloquial, rescatando el lenguaje cotidiano en lo que llamó poesía "vulgar". Aunque el lirismo de corte clásico fue más popular entre sus contemporáneos (quienes también se distanciaban del modernismo), el de Guerra Trigueros se hizo más visible en las generaciones siguientes (por ejemplo, en los escritos de Pedro Geoffroy Rivas , Oswaldo Escobar Velado y Roque Dalton ).

Populismo y autoritarismo

A principios de la década de 1930, la narrativa salvadoreña se centró en la obra de Salarrué, que es tan diversa como voluminosa. Aunque desigual, su obra constituyó la continuación y culminación de la síntesis del lenguaje literario culto con la voz popular iniciada por Ambrogi. Sus Cuentos de barro (1933), que pueden considerarse el libro salvadoreño más popular, utilizan el habla popular y elevan el primitivismo de la vida campestre a la categoría de utopía nacional. A menudo empleó temas de fantasía y de religión oriental.

Aunque los miembros de esta generación de escritores no siempre tuvieron vínculos directos con la dictadura militar instaurada en 1931, su concepción de la cultura nacional como negación de un ideal ilustrado contribuyó a legitimar el nuevo orden. La idealización del campesino tradicional y su vínculo solitario con la naturaleza permitieron la asociación del autoritarismo con el populismo, lo cual fue esencial para el discurso emergente de la dictadura militar.

Luis Gallegos Valdés.

La generación de 1944 y el antiautoritarismo

En la década de 1940 surgió un grupo de escritores entre los que se encontraban Pedro Geoffroy Rivas (1908-1979), Hugo Lindo (1917-1985), José María Méndez (n. 1916), Matilde Elena López (n. 1922), Joaquín Hernández Callejas ( 1915–2000), Julio Fausto Fernández, Oswaldo Escobar Velado, Luis Gallegos Valdés, Antonio Gamero, Ricardo Trigueros de León y Pedro Quiteno (1898–1962). Pedro Geoffroy Rivas produjo una literatura lírica marcada por el vanguardismo y jugó un papel importante en el rescate de las tradiciones indígenas y el lenguaje popular. La poesía de Oswaldo Escobar Velado se caracterizó por el existencialismo y la denuncia de las injusticias sociales. José María Méndez y Hugo Lindo exploraron nuevas fronteras en la ficción.

Muchos de los escritos de esta generación tuvieron un papel activo en el movimiento democrático que puso fin a la dictadura de Hernández Martínez . Sin embargo, algunos escritores colaboraron activamente con el régimen de Óscar Osorio .

Como parte de un proyecto de modernización, Osoria impulsó una de las políticas culturales más ambiciosas de la historia de El Salvador. Por ejemplo, a través del Departamento Editorial del Ministerio de Cultura (posteriormente Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación), bajo la enérgica dirección del escritor Ricardo Trigueros de León, desarrolló una labor editorial de gran alcance, que fue un paso crucial para sentar las bases del canon de la literatura en El Salvador.

Paralelamente, la industria cultural se fue universalizando y afianzando, proceso que afectaría al desarrollo de la literatura. Hacia 1950, los medios de comunicación desplazaron a las bellas artes y a la cultura tradicional en el imaginario popular, y la literatura quedó relegada a los márgenes. Esta debilidad convirtió al arte en un rehén fácil del régimen militar, cada vez más deslegitimado por la corrupción y la falta de libertad política.

Literatura desde la guerra civil hasta la actualidad

En ese contexto convulso surgió una literatura que formó el legado de los escritores de la “Generación Comprometida”. A ello se sumó la literatura que abogó por las luchas populares de liberación; estas luchas definieron en gran medida el coro de la literatura artística salvadoreña que existió de los años 1950 a los 1980.

A medida que la gente comenzó a establecerse en las tierras de América Central, también comenzaron a casarse con personas de la población indígena. Esto llevó al surgimiento de los mestizos, que son personas mezcladas de padres europeos e indios americanos. Esto también explica sus dialectos mixtos. Lo que hizo que la literatura fuera tan riesgosa a lo largo de su desarrollo en los países latinos es el riesgo de meterse en problemas con las autoridades o con aquellos que intentaban silenciar a los ciudadanos porque no les importaba la opinión de uno, especialmente la de la oposición. Con el tiempo, la gente comenzó a escribir sobre temas más profundos y sensibles a medida que el gobierno se desarrollaba y se adaptaba a una libertad avanzada en comparación con la historia antigua. Fuente: https://www.travelationary.com/el-salvador-arts-and-literature/

En 1984 el poeta Salvador Juárez dirigió el taller literario de extensión universitaria de la Universidad de El Salvador. Algunos jóvenes se sumaron a este proyecto de taller literario. En 1985 los jóvenes reforzarían su práctica literaria en el taller literario de Xibalbá . [4] Algunos de sus integrantes fueron: Javier Alas, Otoniel Guevara, Jorge Vargas Méndez, Nimia Romero, David Morales, José Antonio Domínguez, Edgar Alfaro Chaverri, Antonio Casquín; entre ellos los poetas caídos en combate, Amílcar Colocho y Arquímides Cruz. [ cita requerida ] Este grupo sería uno de los grupos literarios más sólidos del último lustro de 1980. Combatieron en el movimiento armado popular al mismo tiempo que realizaron un intenso trabajo de producción literaria (algunos de ellos ganaron premios en diversos concursos de la época, juzgados por escritores reconocidos como Matilde Elena López, Rafael Mendoza y Luis Melgar Brizuela. Un ejemplo de los concursos a los que se presentaron fue el Certamen Reforma 89 que promovió la Iglesia Luterana). Este grupo de escritores practicó principalmente la poesía, lo que estuvo marcado por su participación en la organización popular del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) durante la guerra civil en El Salvador. [5] Algunos artículos o muestras poéticas se pueden encontrar en comunicados de prensa de esos años. Su obra exploraba los temas de la liberación, el amor y el futuro.

Algunos miembros de Xibalbá resultaron gravemente heridos, se exiliaron o murieron durante enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Algunos de sus miembros permanecieron cerca de la actividad política o militar; otros se retiraron de ese entorno. Se dice que constituyen el último capítulo de la literatura de compromiso, una extensión de la "estética extrema" según Huezo Mixco. ¿Literatura de compromiso? Era una forma de hacer literatura para dar una respuesta y una opción en un momento crítico. Estas "estéticas extremas" fueron talladas por la generación antifascista y la Generación Comprometida.

El grupo se disolvió después de 1992. Aunque la guerra había dejado su saldo en muertos y exiliados, el legado de Xibalbá y de generaciones anteriores han creado una gran responsabilidad para otros jóvenes y grupos de escritores que surgirán en las próximas dos décadas.

El letargo literario que se vivió durante la dictadura militar estaba terminando cuando se acercaba la guerra civil en la década de 1980. Círculo Literario Xibalbá fue un círculo de escritores que surgió durante el conflicto armado en El Salvador . Fue fundado por la Universidad de El Salvador en la década de 1980. El grupo constituye uno de los grupos más destacados de la historia literaria de El Salvador y uno de los más afectados durante la guerra civil. Durante la guerra varios miembros fueron asesinados por sus publicaciones y hoy en día muchos miembros trabajan en campos muy diferentes.

Entre los miembros destacados se encuentran Amilcar Colocho, Manuel Barrera, Otoniel Guevara, Luis Alvarenga, Silvia Elena Regalado, Antonio Casquín, Dagoberto Segovia, Jorge Vargas Méndez, Álvaro Darío Lara, Eva Ortíz, Arquímides Cruz, Ernesto Deras.

Véase también

Referencias

  1. ^ "Escritores salvadoreños que han publicado en inglés". guanacos (en español). 2021-01-20 . Consultado el 30 de junio de 2022 .
  2. ^ "Viaje al Parnaso". 1883.
  3. ^ "El Salvador - Himno Nacional de El Salvador". Himnos Nacionales del Mundo . NationalAnthems.me. 2012. Archivado desde el original el 19 de agosto de 2012 . Consultado el 19 de agosto de 2012 .
  4. ^ Lara, Álvaro (1 de noviembre de 2014). "Xibalba y la poesía de Edgar Alfaro Chaverri". Diario Co Latino . Consultado el 2 de febrero de 2019 .
  5. ^ "Acuerdos de paz entre el Gobierno de El Salvador y el FMLN, 16 de enero de 1992". Asuntos mundiales . 153 : 154. Primavera de 1991 – vía EBSCOhost.