Se caracteriza por la unión de tres artes escénicas distintas, las marionetas (ningyō), la recitación (jōruri) a cargo del recitador (tayū) y la música del shamisen.[1] El origen de las marionetas en Japón no se conoce con exactitud, la mayor parte de los estudios coinciden que las marionetas participaban de antiguos rituales religiosos sirviendo como vehículo para hacer llegar plegarias a los dioses, o bien, el manipulador actuando como médium era poseído por un dios.Las figuras humanas representadas como muñecos o marionetas, independientemente si tienen movimiento o no, reciben en Idioma japonés el nombre de ningyō, cuyo significado literal es “figura humana”.El interés por los mecanismos no despertaría hasta finales del siglo XVI, a pesar de la existencia de algunas marionetas importadas desde China, y que podrían haber influido en el posterior desarrollo de las pequeñas marionetas del siglo VIII hacia las formas más complicadas y de mayor tamaño del siglo XVIII.Entre los personajes principales más representados se encuentran: