Los actos de repudio son un término que utilizan las autoridades cubanas para referirse a los actos de violencia y/o humillación hacia los críticos del gobierno. Estos actos ocurren cuando grandes grupos de ciudadanos abusan verbalmente, intimidan y en ocasiones agreden físicamente y arrojan piedras y otros objetos contra las casas de cubanos considerados contrarrevolucionarios . Los grupos de derechos humanos sospechan que estos actos suelen llevarse a cabo en connivencia con las fuerzas de seguridad y en ocasiones involucran a los Comités de Defensa de la Revolución o las Brigadas de Respuesta Rápida. La cantidad de violencia en estos actos ha aumentado significativamente desde 2003. [1]
El primer caso de algo similar a un acto de repudio ocurrió en 1949, cuando el periodista Alberto Rubiera y otros estudiantes de izquierdas arrojaron comida podrida a poetas españoles en un "acto de repulsión". En la década de 1950, políticos e intelectuales de diversas tendencias políticas eran arrojados con huevos por sus oponentes. Estos actos de oposición política todavía eran poco comunes, ya que los gobiernos de Gerardo Machado y Fulgencio Batista recurrían más a los asesinatos y la tortura. [2]
Uno de los primeros "actos de repudio" ocurrió en las oficinas del periódico anticastrista Diario de la Marina en junio de 1959. Camiones llenos de fidelistas rodearon el edificio y comenzaron a insultar a los trabajadores del periódico. El periodista Luis Conte Agüero huyó de Cuba después de ser acosado públicamente por fidelistas en 1959. En 1961 realizó una gira por América Latina y dio discursos públicos denunciando la Revolución cubana, solo para ser silenciado por simpatizantes de Castro en la audiencia. Antes de 1980, el gobierno de Fidel Castro dependía más de purgas institucionales y fusilamientos televisados que de actos de repudio para consolidar el poder político. [2]
Durante el éxodo del Mariel, el gobierno cubano ordenó actos de repudio contra quienes deseaban emigrar de Cuba. En estos actos, las turbas atacaban a quienes consideraban desleales y los golpeaban o los obligaban a marchar con un cartel acusatorio colgado del cuello. Estos ataques ayudaban a consolidar la imagen de que quienes salían en el éxodo eran los indeseables de la isla. Se cree que al menos tres cubanos murieron en estos ataques de las turbas. [3] El Ministerio de Justicia organizó palizas públicas y se consideró obligatorio que los funcionarios participaran. [4]
Esta campaña de ataques de la turba eventualmente llevaría a ciertos funcionarios cubanos a cuestionar las políticas gubernamentales y a fines de la década de 1980 a intentar desertar a los Estados Unidos. [3]
En 2006, los actos de repudio aumentaron drásticamente en Cuba. Fidel Castro se referiría al aumento de los ataques a los disidentes diciendo: "Y esto es lo que sucederá cuando los traidores y mercenarios vayan un milímetro más allá del punto que nuestro pueblo revolucionario... está dispuesto a aceptar". [5]
Uno de los dos métodos diferentes de "actos de repudio" comenzó durante el éxodo del Mariel. Multitudes de civiles atacaban e insultaban a quienes deseaban salir con la cooperación de las autoridades cubanas. A veces, estos ataques se volvían tan caóticos que las autoridades cubanas trataban de sofocar la violencia. [2]
Un modelo más antiguo de uno de los dos métodos diferentes para los "actos de repudio" sería organizado por los Comités de Defensa de la Revolución y utilizado durante el éxodo del Mariel. Los funcionarios del CDR organizaban a los vecinos para intimidar o atacar a otros vecinos que consideraban traidores, como los cubanos que deseaban emigrar. Los métodos incluían multitudes que gritaban a personas específicas, lanzamiento de huevos, casas profanadas con grafitis insultantes o, muy comúnmente, un muñeco colgado de una cuerda frente a la casa para simbolizar un linchamiento. [2]