Eugeni Xammar i Puigventós ( Barcelona , 17 de enero de 1888 – L'Ametlla del Vallès , 5 de diciembre de 1973) [1] fue un periodista internacional, diplomático de carrera y traductor políglota (hablaba siete idiomas y escribía cinco) que vivió la mayor parte de su vida fuera de Cataluña como corresponsal en Europa durante los tormentosos e inestables años de la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
Trabajó como corresponsal en Buenos Aires , París , Madrid , Londres , Berlín , Washington DC y Ginebra , y viajó a Italia , Rusia y Austria , entre otros. Como corresponsal colaboró principalmente con medios de comunicación catalanes, escribiendo en catalán, como La Publicitat, La Veu de Catalunya o la revista Mirador, que complementó con actividades en español en publicaciones sudamericanas y el diario madrileño Ahora . Su dominio de idiomas le permitió trabajar como traductor para organismos internacionales como la ONU , la OMS , el Banco Mundial y la FAO .
Su destino más largo fue en Berlín , entre 1922 y 1936, durante la República de Weimar , cuando Xammar publicó en 1923 una supuesta entrevista a Hitler , la primera conocida del futuro Führer, en la que explica cómo estaba incubando lo que él llamaba «el huevo de la serpiente». Ochenta años después, la autenticidad de esta entrevista fue puesta en duda por Lluís Permanyer [2] y Albert Sánchez Piñol . [3] Son los años en los que coincidió con Josep Pla que también era corresponsal y con el que mantuvo una amistad de por vida. Desde Berlín, narró las repercusiones de la Primera Guerra Mundial en la población alemana que propiciaron la evolución del nazismo y la llegada de Hitler al poder.
Siempre comprometido con la República y con el Gobierno de la Generalitat de Cataluña , del que fue representante en París durante la posguerra bajo la presidencia de Irla , sus actuaciones provocaron represalias franquistas y la extradición, así como la desaparición de su nombre y de su obra para toda una generación de estudiantes hasta que se publicaron sus memorias póstumas a mediados de los años setenta.
Xammar se definía como demócrata, republicano y catalanista. Afirmaba: “en lo que se refiere a Cataluña, nunca he tomado precauciones”. Era muy crítico con quienes, pese a compartir posiciones como la suya, se consideraban “no beligerantes” con el régimen franquista de posguerra, como por ejemplo los intelectuales que colaboraban en la revista Destino , pese a ser una fuente clave del liberalismo, el catalanismo y la democracia en la época.
Aunque nació en Barcelona, en 1900 se trasladó con su madre y su hermano Josep Maria a la casa solariega de Can Xammar de Dalt, en Almetlla del Vallès. La finca, que había sido la tercera más importante del municipio, se había arruinado a causa de la filoxera, cuando la heredó su madre, la viuda de Ramon Xammar. [4]
Su madre intentó salvar la finca, mayoritariamente rural, alquilando habitaciones a barceloneses que veraneaban fuera de la ciudad, y la costumbre se generalizó y convirtió Almetlla en lugar de veraneo durante el primer tercio del siglo XX. Pero no fue suficiente y, dos años después de llegar, el todavía adolescente Eugeni Xammar tuvo que decidir si aceptaba el reto que le sugería su madre de hacerse agricultor y continuar con el negocio familiar. Su temperamento inquieto le apartaba de cualquier vocación relacionada con el campo, y contestó que "sea agricultor o regentador de una masía, vivir en Ametlla toda la vida no me atrae lo más mínimo".
Cuando tenía catorce años, su madre le anunció que pasarían el invierno en L'Ametlla y luego trabajarían en Barcelona, en la empresa algodonera Sucesores de B. Brutau. Cuatro años más tarde, su madre se vio obligada a vender la finca con pérdidas a otro industrial algodonero, Joan Millet i Pagès, hermano del director del Orfeó Català, Lluís Millet. A partir de ese momento, la finca fue rebautizada con el nombre de Can Millet. No fue el único cambio, ya que el nuevo propietario contrató al arquitecto modernista de moda en la zona, Manuel Joaquim Raspall, para remodelar el lugar. Xammar quedó estupefacto al ver el nuevo aspecto, y escribió: «Un toque de Raspall –por llamarlo así– fue suficiente para transformar una magnífica masía gigantesca, con dos lados, en una especie de huevo de Pascua incomible que todavía hoy asusta a cualquier persona sensata».
En agosto de 1909 aprovechó las 1.500 pesetas que le había dado su tía para pagarse la baja del servicio militar y se fue a París a pulir su francés mientras realizaba todo tipo de trabajos para sobrevivir. No está claro si fue para romper con el ambiente barcelonés de la Semana Trágica de 1909, sobre la que ya reflexionaba en sus columnas de El Poble Català, o si fue para librarse del servicio militar.
Regresó de París, pasando rápidamente por Cataluña, antes de dirigirse a Argentina, país que le resultó angustioso y que abandonó tres meses después para volver a París donde vivió dos años, entre 1910 y 1912, viviendo una vida bohemia.
Posteriormente inició un trabajo como corresponsal de periódico que le llevó a vivir en diversos países sin regresar a Barcelona hasta 1917, debido a que su madre sufrió una grave enfermedad que le mantuvo en Barcelona hasta 1918. Entre 1918 y 1936 vivió en París, Madrid, Ginebra y Berlín.
A finales de 1922, en Berlín, Xammar se casó con Amanda Fürstenwerth Goetsche, una mujer alemana culta con la que vivió hasta su muerte en 1969, tras una operación en el fémur.
En los últimos años de su matrimonio, Xammar tuvo una amante francesa 40 años menor que él, Francine Mesne, empleada de la UNESCO en París , que se convirtió en su segunda esposa el 2 de mayo de 1970 en Santa Maria de Llerona ( Vallès Oriental ). Sus pocos amigos asistieron a la boda, entre ellos Josep Badia y el músico Josep Maria Ruera i Pinart, que interpretó el himno catalán, Els Segadors , a las puertas de la iglesia. La pareja se instaló en París, pero sólo unos meses después, la salud de Xammar se deterioró debido a un violento ataque de herpes zóster que evolucionó a un dolor prolongado y doloroso entre las costillas. Después de unos meses, el 22 de febrero de 1971, tropezó y se rompió el fémur. Fue operado en París a la edad de 83 años, y su esposa Francine, poco dispuesta a cuidar de un anciano, lo envió a su casa en Ametlla . Ella se quedó en París y lo visitó en algunas ocasiones antes de su muerte.
A pesar de la corta estancia durante su juventud en Ametlla del Vallès, Xammar siempre volvía a la población cuando pasaba por Cataluña. Siempre tuvo claro que quería recalar en la población en la que había rechazado ser agricultor y que habría limitado su libertad de movimientos. Pensaba, sin embargo, que cumpliría ese objetivo tras unos años de trotamundos, como le explicaba su amigo Josep Pla en una carta a finales de los años veinte: "Por muy cerrados que parezcan los caminos, tengo la impresión de que en tres años como máximo las cosas habrán cambiado y nos volveremos a encontrar en Cataluña. Creo que podré ahorrar 12.000 marcos este año que podré destinar a comprar tierras en Ametlla -y confieso que empiezo a echarlo de menos-. El año que viene quiero volver a Cataluña como sea, pagando antes el servicio militar, claro está, si pudiera quedarme, me quedaría". Aunque no tenía casa propia, aprovechaba cualquier oportunidad para dar a conocer la ciudad, como en 1931 cuando trajo al Gobernador Civil del nuevo gobierno republicano, Carlos Esplá , acompañado por el periodista Francisco Madrid en una excursión a L'Ametlla.
Sus sueños no se hicieron realidad hasta 1932, año en el que compró Can Feliu, con una casita y un poco de terreno, en los límites del término municipal. La compra coincidió con el inicio de la República, hecho que Xammar subraya cuando describe la casa en sus memorias. El texto describe una propiedad de dimensiones limitadas, una casita casi en ruinas, y acaba mostrando su deseo de volver, a pesar de todo: "Pero todo aquello no era nada comparado con volver a ser propietario de una finca en la Ametlla del Vallès y vecino del pueblo donde tenía que pagar impuestos (pocos) y podía votar cuando llegaban las elecciones". A partir de ese momento empezó a visitar Cataluña con más frecuencia y empezó a recuperar a algunos de sus amigos de juventud.
Al principio de la guerra civil se encontraba en Berlín y en octubre de 1940 un juez de Barcelona ordenó la «confiscación de todos los bienes y el alejamiento perpetuo del territorio nacional del señor Eugenio Xammar por rojo y catalanista». Este hecho le condenó a un largo exilio hasta 1950 y a la pérdida de su querida casa en Cataluña. Años más tarde, Fèlix Millet i Maristany, el nuevo propietario de Can Xammar de Dalt, le ayudó a recuperarla. A partir de 1960, la vida de Xammar se centró básicamente en L'Ametlla en una especie de exilio interior, negándose a escribir como muestra de lealtad a una Cataluña prisionera. Es un periodo en el que alterna estancias en la Fonda Europa de Granollers, que pertenecía a la familia Parellada, con la que mantenía una gran amistad. Muchos de sus compañeros, entre ellos Jaume Miravitlles o Avel·lí Artís-Gener, visitaron su casa en reconocimiento a su mérito profesional y a la ejemplaridad de su independencia ideológica.
Sus últimos años se caracterizaron por su lucha contra el herpes, que le causaba dolores y limitaba su movilidad. Según relata en sus memorias, “cada día tenía menos ganas de moverme, sobre todo en invierno, voy y vengo de una cama muy cómoda a un asiento muy cómodo y de un dormitorio espacioso a un baño amplio”. Su situación económica siempre había sido limitada, pero durante sus últimos años tuvo serios problemas económicos. Una vez más fue Josep Badia quien le ayudó encontrando a un señor local, Maties Barres, que le dio una pensión vitalicia para su casa, Can Feliu, y con ella pudo vivir sus últimos días.
Murió en L'Ametlla del Vallès, donde está enterrado, el 5 de diciembre de 1973.
La inquietud de Xammar por ampliar los conocimientos adquiridos a partir de sus estudios básicos le llevó a formarse por su cuenta. Cuando volvió a Barcelona para trabajar en la industria textil, ingresó en el CADCI. Mientras mejoraba sus estudios, leía a los clásicos , escribía poesía, practicaba su deporte favorito, el fútbol, se convertía en experto en billar y jugaba a la pelota vasca . Compaginaba la asistencia a los conciertos del Liceu con su participación como miembro del jurado de los Jocs Florals de Rubí o con la composición de un poema que se convertiría en la letra de 'Nocturn musicat' del fundador del Orfeó Gracienc, Joan Balcells, obra que el propio Balcells estrenó en el Palau de la Música en 1949.
En el CADCI se formó en un momento en el que Cataluña luchaba por hacer de la educación uno de los pilares del país. Xammar comprendió y vinculó el catalanismo a la educación y en uno de sus artículos titulado 'La educación catalana' (La Tralla, 1 de octubre de 1904) reivindicó la formación nacionalista, criticó las universidades, 'gobernadas por profesores, el más listo de los cuales no era lo bastante listo para tirar de un carro' y reclamó la creación de escuelas catalanas para 'marginar la vulgar educación primaria española que tenemos'.