El Sans Souci era una discoteca dentro de un entorno natural y ubicada a siete millas de La Habana. Contaba con un restaurante y espectáculos nocturnos que atraían a un gran número de turistas. Sus mayores beneficios procedían de una sala de juegos que funcionaba en una pequeña sala contigua al Sans Souci y que no tenía publicidad al no existir una licencia oficial para su explotación. [1]
El Cabaret Yearbook de 1956 describe el lugar como "Generalmente dirigido por estadounidenses, Sans Souci Cabaret está ubicado en una villa de tipo español. El escenario, la pista de baile y las mesas están bajo la luz de la luna. Los espectáculos, como en los otros clubes nocturnos de los Tres Grandes, son producción Los números con artistas famosos son una atracción adicional. Sans Souci, así como Tropicana y Montmartre, tiene una sala de juego con ruleta, dados y chemin de fer, etc. Ubicado incluso más lejos que Tropicana, Sans Souci generalmente. abre sólo para la temporada de invierno." [2]
La remodelación del Cabaret Sans Souci se inició en 1955 con un costo aproximado de un millón de dólares. La gestión de Norman “Roughneck” Rothman, un asociado de la mafia que estuvo casado con la cubana Olga Chaviano, estrella del Sans Souci entre 1953 y 1955, precedió a la gestión de William G. Buschoff, conocido como Lefty Clark, de Miami Beach, uno de los hombres de Santo Trafficante Jr. Un informe del Departamento del Tesoro redactado en La Habana consideraba a Buschoff sospechoso de narcotráfico; Santo Trafficante también era sospechoso.
En algún momento de 1952, el lugar instaló un juego de razzle, una estafa que a veces se había presentado como un juego de apuestas en la mitad del carnaval . El jugador lanza una cantidad de canicas en una cuadrícula de hoyos, y el número de esos hoyos otorga puntos que, se sugiere, se pueden convertir en premios. En realidad, es casi imposible que un jugador gane suficientes puntos para el premio, pero esto queda oculto por el uso poco intuitivo de la probabilidad en el juego y el comportamiento engañoso por parte del operador. Jay Mallin registra el juego que se jugaba con ocho dados en lugar de canicas y agujeros, en clubes nocturnos y casinos cubanos en la década de 1950. [3] [un]