Salomé Ureña Díaz de Henríquez (21 de octubre de 1850 – 6 de marzo de 1897) fue una poeta y maestra dominicana , siendo una de las figuras centrales de la poesía lírica del siglo XIX y defensora de la educación de la mujer en la República Dominicana , influenciada por las escuelas positivistas y la educación normalista de Eugenio María de Hostos , de quien fue alumna aventajada. Sus obras se centraron en el patriotismo y el entorno familiar.
Aunque no muy extensa, logró atraer la atención de gran parte de Latinoamérica por la profundidad de sus obras. Entre sus obras más destacables se encuentran: Ofrenda a la Patria , El pájaro y el nido y Sombras , A mi madre , entre otras.
Nació en Santo Domingo , República Dominicana el 21 de octubre de 1850. Fue hija del escritor Nicolás Ureña de Mendoza [1] y Gregoria Díaz de León ambos de Santo Domingo, su unión matrimonial duró cinco años. Su padre fue un político y periodista que ocupó cargos en el poder judicial y el congreso. A pesar de la separación de sus padres, la relación de Salomé con su padre fue entrañable y sin duda fundamental en su formación intelectual y moral.
Salomé aprendió a leer con su madre y a los cuatro años de edad, lo que revela el cuidado de ambos padres, quienes le dieron una sólida formación. Asistió a las escuelas primarias de su época, mientras que sus estudios en la adolescencia los realizó bajo la guía de su padre, de quien recibió una amplia instrucción literaria.
Salomé aprendió los versos de los bardos favoritos de su padre, su nivel cultural se nutrió de los clásicos españoles así como de la literatura inglesa y francesa. [2]
Comenzó a escribir versos a los quince años, publicando sus primeras obras a los diecisiete, con una impronta característica de espontaneidad y ternura. En 1867 publicó sus primeras obras bajo el seudónimo de “Herminia”, nombre que utilizó hasta 1874.
El 11 de febrero de 1880, a los veintinueve años de edad, se casó con el médico y escritor Francisco Henríquez y Carvajal , político que alcanzó la presidencia de la República Dominicana. Con él tuvo cuatro hijos: Francisco, Pedro , Max y Camila . Sus hijos se convertirían más tarde en figuras muy respetadas de la literatura contemporánea de mediados y finales del siglo XX como escritores, filósofos, poetas, humanistas y críticos de arte.
Alrededor de 1881, Salomé con la ayuda de su esposo abrió uno de los primeros centros de educación superior para mujeres jóvenes en la República Dominicana, al que llamó "Instituto de Señoritas". [3] [Nota 1] En cinco años, las primeras seis maestras se habían graduado del Instituto, algo poco común en la época. La primera clase graduada incluyó a Mercedes Laura Aguiar , Leonor M. Feltz, Altagracia Henríquez Perdomo, Luisa Ozema Pellerano, Catalina Pou y Ana Josefa Puello. [3]
En 1874, a los 23 años, Salomé participa en la publicación de una antología de poetas contemporáneos. “La Lira de Quisqueya”, [7] obra que circuló a propósito del primer aniversario del derrocamiento del gobierno despótico de Buenaventura Báez y en la que se incluyeron siete poemas de Salomé: La gloria del progreso , Recuerdo de un proscrito, Melancolía, Respuesta, Patria mía, Gratitud y Un himno. En las investiduras celebradas entre 1887 y 1893, asume posiciones más definidas en el plano político, cuestiona el despotismo del régimen de Ulises Heureaux , la intolerancia religiosa y el autoritarismo; se hace eco de las voces que denuncian la intransigencia de algunos sectores.
Con el paso del tiempo, su obra se tornó trágica y triste con poemas como En horas de angustia ; o patriótica y enérgica como se puede apreciar en sus poemarios A la Patria y Ruinas . [8] En años posteriores, incluyó temas autobiográficos en sus poemas, como se puede apreciar en Mi Pedro , dedicado a su hijo, quizás su poema más cariñoso, en La llegada del invierno y un libro que se hizo muy popular llamado Esteban , donde habla de su país, su familia, las plantas y las flores.
Ureña falleció el 6 de marzo de 1897, a los 46 años, por complicaciones de una tuberculosis. Fue enterrada en la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes y luego, en 1972, trasladada al Panteón de la Patria .