Antonio Meucci
Emigraron al continente americano, parando primero en Cuba donde Meucci aceptó un trabajo en el Gran Teatro Tacón (en La Habana).Había levantado una fábrica de velas y acogía a cualquier italiano que necesitara ayuda.Sin embargo, Meucci carecía del dinero suficiente para patentar su invento, aunque sí patentó otros inventos que él creía más redituables, como un filtro económico para la depuración del agua y el uso de la parafina en la fabricación de velas (que hasta ese momento se fabricaban con grasa de animales, muy contaminantes y sucias).Cuando, una vez repuesto, vuelve para recuperarlos, pero la casa de empeño dice haberlos vendido a un hombre joven al que nunca se pudo identificar.[9] En 1876, Alexander Graham Bell registró una patente que realmente no describía el teléfono pero lo mencionaba como tal.[11] Diez años después, en un proceso legal de 1886, Meucci tuvo que demandar incluso a su propio abogado, sobornado por el poderoso Bell.Sin embargo, Meucci supo hacer entender al juez que no cabía duda en cuanto a la autoría del invento registrado.En la misma se reconoce que fue más bien Antonio Meucci en vez de Alexander Graham Bell quien inventó el teléfono.