Asignaba a la estrella más brillante de una constelación la letra α seguida del genitivo latino de la constelación —por ejemplo α Lupi—, la siguiente en brillo la letra β, continuando así con las letras del alfabeto griego en minúscula para las estrellas de la constelación siempre en brillos o magnitudes aparentes decrecientes.
La mayoría de estas denominaciones se usan poco, con algunas excepciones, como P Cygni y l Carinae.
Más tarde, John Flamsteed asignó números arábigos para identificar las estrellas de cada constelación.
En ambos sistemas, a las letras o números sigue el genitivo latino del nombre de la constelación.
De tal forma, una misma estrella recibe muchas denominaciones.