Juanito Quintana

A su muerte en 1915, en un accidente del automóvil que conducía, le sucedió como director su hijo Juan, ayudado por su madre y sus hermanos.

Durante la II República Española Quintana fue destacado simpatizante republicano y con frecuencia su hotel albergó actos políticos.

En 1924, estando este en Madrid, el crítico taurino Rafael Hernández le recomendó que al acudir a las fiestas de San Fermín en Pamplona se alojara en el Hotel Quintana, donde disfrutaría del mejor ambiente taurino y donde podría aprender mucho sobre tauromaquia de su director.

Así lo hizo, y ambos entablaron una estrecha amistad a la que solo puso fin la muerte del escritor.

Ya no podía alojarse en el desaparecido Hotel Quintana, pero Juanito Quintana se ocupó de buscarle alojamiento en sus visitas a Pamplona en 1953 y 1959, y le acompañó en sus viajes por diversas ciudades unidos por su afición a los toros.