El I Congreso de los Fasci Italiani di Combattimento se celebró en Florencia los días 9 y 10 de octubre de 1919 , tras la proclamación del programa de Sansepolcro el 23 de marzo del mismo año por Benito Mussolini . [1]
Según datos oficiales, en el congreso participaron representantes de 137 agrupaciones con un total de 40.385 afiliados, unas cifras que el historiador Renzo De Felice considera «muy infladas por evidentes fines propagandísticos». [2] De hecho, en el congreso posterior de Roma de 1921, la representación se redujo retrospectivamente a 56 agrupaciones con unos 17.000 afiliados. [3]
Entre los discursos más importantes: Umberto Fabbri de Roma , que presentó el programa del movimiento, Filippo Tommaso Marinetti , que desarrolló un discurso violentamente anticlerical tendiente a imponer "la expulsión del papado" de Italia (un objetivo que Marinetti definió como esvaticanización), Giacomo Francia, delegado de Trani que abordó los problemas del sur de Italia , y Michele Bianchi , que apoyó la oportunidad de mantener la libertad de acción en las alianzas electorales (la mayoría en cambio apoyó la necesidad de unirse solo a bloques de intervencionistas de izquierda ). [1] [2]
Mussolini desarrolló un discurso muy optimista, declarando que no tenía prejuicios ni realistas ni republicanos, eclipsó la amenaza de una insurrección pero al mismo tiempo declaró que la ocupación de Fiume por D'Annunzio se resolvería positivamente sin necesidad de un levantamiento revolucionario. Pidió la abolición de la censura de prensa, para las futuras elecciones generales identificó una coalición de intervencionistas de izquierda como la única alianza posible. Atacó al gobierno Nitti y encubiertamente a la monarquía que lo apoyaba.
Al concluir la intervención, Mussolini propuso cuatro agendas que fueron aprobadas:
Sin embargo, la estrategia para las elecciones políticas aprobada por el congreso resultó infructuosa, poniendo de relieve la debilidad de un movimiento que sólo llevaba unos meses constituido. El intento de crear un bloque electoral que incluyera a las demás fuerzas de la izquierda intervencionista, como republicanos y sindicalistas revolucionarios, fue rechazado por los interlocutores. En conclusión: en Milán los fascistas tuvieron que recurrir a una lista única con futuristas , arditi y voluntarios de guerra (en la que tenían una presencia muy minoritaria), en ninguna de las demás circunscripciones pudieron presentar listas propias. En algunas circunscripciones las bandas de combate acabaron apoyando listas liberales de oposición al gobierno (haciendo así exactamente lo contrario de lo que había decidido el congreso). Los resultados electorales fueron muy modestos.