Gustavo Bueno Martínez (1 de septiembre de 1924 - 7 de agosto de 2016) fue un filósofo español , fundador de una doctrina filosófica denominada por él mismo como "materialismo filosófico".
Discípulo del nacionalsindicalista Santiago Montero Díaz, la trayectoria filosófica de Bueno alcanzó una mezcla de escolástica aristotélico-tomista influida por la Escuela Católica de Salamanca y el marxismo-leninismo durante los años del tardofranquismo. [2]
Gustavo Bueno Martínez nació en Santo Domingo de la Calzada el 1 de septiembre de 1924. [3] [4] Era hijo de un germanófilo y nieto de un carlista . [5] Comenzó los estudios de filosofía en la Universidad de Zaragoza , obteniendo su licenciatura (así como su doctorado) en la Universidad de Madrid . [6] Su tesis doctoral, dirigida por Santiago Montero Díaz se tituló Fundamento formal y material de la moderna filosofía de la religión. [7] De 1949 a 1960 trabajó como profesor de filosofía (y a partir de 1951 también como director) en el instituto femenino «Lucía Medrano», situado en Salamanca . [8] A lo largo de la década de 1950, aparece como comisario político provincial del Movimiento . [5] En 1954 se casó con la destacada activista del SEU Carmen Sánchez Revilla. [5] En 1960 partió hacia Oviedo , [9] al ser nombrado catedrático de Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos en la Universidad de Oviedo . [10] Falleció en Niembro Llanes , Asturias), el 7 de agosto de 2016. [11 ]
El materialismo filosófico es una doctrina sistemática sobre la estructura de la realidad, caracterizada por su oposición al materialismo monista (propio del materialismo dialéctico ) y al idealismo monista o espiritualismo de la teología. Sin embargo el materialismo filosófico es un pluralismo del racionalismo, que postula la unicidad del mundo como desarrollo de una materia ontológica general que no se reduce al mundo empírico. El materialismo filosófico niega, en contra del continuismo monista, y de acuerdo con el principio de la symploké que, "todo tiene influencia en todo" y niega, en contra del atomismo pluralista que, "nada tiene influencia en nada".
Respecto al materialismo tradicional, el materialismo filosófico tiene una característica común, la negación de la espiritualidad , y la negación de la esencia espiritual. Pero a diferencia de otros materialismos, el materialismo filosófico no reduce el materialismo a la negación de las cosas sobrenaturales. El materialismo filosófico admite la realidad de las cosas incorpóreas: por ejemplo la relación real (no mental) de la distancia que existe entre dos botellas de agua que están sobre una mesa es tan real como la de dos botellas corpóreas. Esta distancia es material incorpórea y no es espiritual. Con este criterio se redefine el concepto de materia para la filosofía y se muestra una palabra más precisa que materia, el estroma. [12]
Este sistema tiene varios aspectos que se describirán:
Éstos fueron los temas predominantes en los escritos de Bueno hasta la década de 1990. Sin embargo, a principios del nuevo milenio, comenzó a tratar temas éticos y temas sociales y políticos. Es muy conocido en el mundo hispánico por su libro España frente a Europa , en el que presenta una innovadora historia de la filosofía sobre la base de un análisis materialista histórico de los orígenes de España, el imperio hispánico y Europa ofreciendo una reconceptualización sistemática de una serie de ideas que son centrales para el marxismo y la historia del pensamiento político en general. En este texto se enfrenta a la idea de nación a través de un estudio histórico del término mismo concluyendo que “la Idea moderna de Nación, la nación política, sólo pudo aparecer en un momento histórico de la época moderna, a saber, el momento de la lucha del pueblo (estratificado en diversas clases sociales) contra el Antiguo Régimen. Una Idea de Nación política que se desarrolló en estrecha interacción con otras Ideas, a saber, la Idea moderna de Estado y la Idea moderna de Cultura”. En este sentido, Bueno escribe “en contraposición a muchos políticos o historiadores que “ingenuamente” intentan definir la “nación” como si fuera un concepto unívoco, taxonómico-burocrático, técnico o atemporal, por acumulación ad hoc de componentes considerados esenciales o propios, de la misma manera que proceden tantos manuales de derecho político, o como el propio Stalin procedió en su famoso escrito Marxismo y la cuestión nacional”. Por tanto, Bueno procede a aclarar rigurosamente la diferencia entre, digamos, una “nación política” y una “nación étnica” apolítica. [13]
Referente intelectual de primer orden para los defensores en el siglo XXI del legado del Imperio Habsburgo español (frente al Borbón) junto a Elvira Roca Barea , [14] defendió la idea del reino asturiano como una 'España' embrionaria y como un caso de Translatio imperii respecto de Roma (obviando a los visigodos , pues ocupaban la península Ibérica, pero lo habrían hecho "con voluntad de permanecer recluidos en ella"), persiguiendo la categoría de "ciudad imperial" para Oviedo , sustentando su tesis principal en la de la "consustancialidad" del proceso de constitución de "España" como entidad característica de la Historia Universal y del proceso de su conformación como Imperio Universal. [15] Apoyó la reunificación política de los estados hispánicos en forma de confederación: “La constitución de una Confederación Hispánica o Iberoamericana, con un Mercado Común de alrededor de 500 millones de habitantes, es, para el profesor Bueno, la única alternativa que los pueblos americanos, así como España y Portugal, tienen abierta para liberarse del Imperio Angloamericano.” [16]
El análisis filosófico que hace Bueno de la idea de imperio puede resumirse con la siguiente cita: “Se supone que la historia universal es la historia del género humano. Según, digamos, Hegel y San Agustín. Pero esto debe ser sometido a crítica. La historia universal no está hecha por la totalidad del género humano sino por una parte de él. Esa parte es un imperio”. De ahí concluye que “la Idea de un Imperio Universal, dotado de unicidad, es imposible (no que sea improbable) ya que implicaría la extinción del Estado (el Estado presupone siempre la pluralidad de Estados separados por sus “capas corticales”), y con ello la ratio imperii de cualquier tipo de planes y programas. Esto significa que la Idea de Imperio (he aquí su contradicción dialéctica) nunca podría ir más allá del círculo particular de los Estados y nunca podría extenderse a la totalidad del Género Humano”. [17]