El ábside de Sant Climent de Taüll ( en catalán : Absis de Sant Climent de Taüll ) es un fresco románico que se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña , en Barcelona . El fresco es una de las obras maestras del románico europeo , [1] de la que el desconocido Maestro de Taüll toma su nombre. Fue pintado a principios del siglo XII en la iglesia de Sant Climent de Taüll en el Valle de Boí , Alta Ribagorça en los Pirineos catalanes . El mural cubría el ábside de la iglesia. En 1919-1923 se trasladó, junto con otras partes de la decoración del fresco, a Barcelona, [2] en un intento de preservar las pinturas murales en un entorno museístico estable y seguro.
El mural fue sustituido por una réplica, pero en los muros de la iglesia se conservan algunas decoraciones originales. El MNAC Barcelona conserva también las pinturas de los arcos triunfales, un ábside lateral, la inscripción de la consagración y una ventana anterior. [2]
Su genialidad reside en la manera en que combina elementos de distintas visiones bíblicas ( Apocalipsis , Isaías y Ezequiel ) para presentar al Cristo del Día del Juicio . Cristo aparece desde el fondo provocando un movimiento hacia el exterior desde el centro de la composición, que está presidido por el sentido ornamental de los contornos y el hábil uso del color para crear volumen. La excepcionalidad de esta obra y su fuerza pictórica han llegado a la modernidad y fascinado a los artistas de vanguardia del siglo XX como Picasso y Francis Picabia . [2]
La superficie redonda bajo los pies de Cristo representa la tierra y el halo en su cabeza representa la divinidad. La mano derecha de Cristo simboliza la bendición, y en su mano izquierda sostiene un libro con las palabras EGO SUM LUX MUNDI, que se traduce al español como "Yo soy la luz del mundo". Los símbolos de Alfa y Omega colgando como lámparas a ambos lados de Cristo, simbolizan el principio y el fin. Las imágenes cuádruples representan a cuatro evangelistas. A la derecha, se ve un ángel junto al león sosteniendo una de sus patas traseras, que es un símbolo de San Marcos. A la izquierda, un ángel que sostiene la cola del toro es un símbolo de San Lucas. Los otros dos evangelistas encajan en el espacio triangular a cada lado de la mandorla. Un ángel que sostiene el Libro del Evangelio representa a San Mateo, y el otro ángel es San Juan sosteniendo un águila en sus brazos. Debajo de la pintura mural de Cristo en la mandorla están Santo Tomás, San Bartolomé, Madre de Dios, San Juan Evangelista, Santiago y San Felipe. La Madre de Dios sostiene un cuenco del que salen rayos rojos que simbolizan la sangre de Cristo.
Las pinturas del ábside central de Sant Climent de Taüll son las más emblemáticas de la colección de arte románico del Museo y constituyen una de las obras más representativas y mejores del arte románico.
El tema central del ábside es una Teofanía, o visión de Dios, al final de los tiempos, basada principalmente en el texto del Apocalipsis. En el centro, Cristo en Majestad inscrito en una mandorla, sentado sobre el arco del Cielo y con la Tierra a sus pies, bendice con la mano derecha, mientras que con la izquierda sostiene un libro con la inscripción EGO SUM LUX MUNDI ('Yo soy la luz del mundo'). A ambos lados están el Alfa y la Omega, símbolos de que Dios es el principio y el fin de todas las cosas. Está rodeado por los cuatro Evangelistas. Santos, apóstoles y la Virgen María ocupan el semicilindro y en los arcos de entrada al ábside se representan varias escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Destaca la escena de Lázaro, el mendigo, en la puerta de la casa del rico Epulón, en el intradós del arco, y en lo alto, la mano de Dios y el Agnus Dei (el Cordero de Dios), que simbolizan la muerte y resurrección de Cristo (Ap 5, 6-14).
El estilo combina la geometrizacion de las formas y la simetría general de la composición con el decorativismo en los detalles y elementos ornamentales.
El volumen de los pronunciados drapeados es geométrico, acentuado por líneas de color y veladuras, en contraste con los tonos planos del fondo. Además, la simetría, la frontalidad, el hieratismo y la propia representación de Dios podrían derivar del arte bizantino, posiblemente vía Italia. Las bandas de color de los fondos, presentes en muchas pinturas románicas catalanas, podrían recordarnos a la denominada iluminación mozárabe de los manuscritos hispánicos del siglo X.
El excepcional carácter artístico y la alta calidad de estas pinturas han sido corroboradas por el estudio de los pigmentos, que son de mejor calidad y preparación que en otras iglesias catalanas, incluso se han encontrado algunos pigmentos importados. Mediante el uso de capas superpuestas, el pintor obtiene efectos cromáticos más intensos. Así, el azul, obtenido a partir de la aerinita, se aplica sobre una capa de negro, y el cinabrio sobre la hematita para obtener el rojo.
En una de las columnas de la nave está pintada la inscripción de la consagración de la iglesia por el obispo ribagorzano Ramón de Roda el 10 de diciembre de 1123. Esta referencia es fundamental para la datación de las pinturas, de las que aún quedan restos in situ.