A mitad de los años veinte se independizó, empezando a rodar su propia serie para R-C Pictures protagonizada, escrita, dirigida y animada por él mismo.
Como actor cómico Charley Bowers no tenía el carisma que tendría un Chaplin, un Keaton o hasta casi cualquiera de las grandes figuras del género pero compuso un personaje (Bricolo) agradable con solvente profesionalidad, de una manera muy superior, por ejemplo, a los pobres intentos interpretativos del propio Max Fleischer en los cortometrajes del payaso Koko.
Cuando eata cindicion se agravó, su esposa empezó a hacer las ilustraciones bajo su dirección.
El nombre de Charley Bowers estaba absolutamente olvidado, incluso en los más rigurosos estudios sobre slapstick o animación.
Casualmente, en el 2001 se descubrieron en Francia unas latas que contenían quince películas completas del desconocido cineasta.