Cotesia rubecula es una avispa parasitoide de la gran familia de avispas Braconidae .
De color negro en la edad adulta y con un cuerpo de menos de 1/4 de pulgada de largo, C. rubecula tiene una antena larga y extendida de aproximadamente el mismo tamaño que su cuerpo.
Cotesia rubecula no es común y se encuentra establecida solo en unas pocas áreas del mundo. Originariamente originaria de China , el parásito se ha introducido como control biológico de plagas en América del Norte, específicamente en Nueva Inglaterra . [2] La población disminuye durante los meses de invierno y se produce una burbuja de población a fines del verano relacionada con el crecimiento de su especie hospedante.
El sistema de apareamiento de C. rubecula es poligínico . La vigilancia de la pareja, un proceso en el que un miembro de una especie impide que otro miembro de la misma especie se aparee con su pareja, se observa en C. rubecula . Los machos se sienten atraídos por las hembras a través de feromonas e inducen a las hembras a aparearse mediante vibraciones, a las que la hembra responde asumiendo una posición específica. Cuando un macho que ha copulado con una hembra ve a otro macho tratando de cortejarla, a menudo adoptará la posición receptiva de la hembra. El mimetismo femenino post-copulatorio por parte del macho ofrece una ventaja al actuar como un mecanismo de vigilancia de la pareja. Si un segundo macho llega lo suficientemente pronto después de que la hembra copule con el primer macho, el segundo macho puede ser capaz de inducir una segunda cópula que competirá con la primera. Sin embargo, si el primer macho que copuló con ella imita a la hembra, distrae al segundo macho lo suficiente como para que la hembra se vuelva poco receptiva. [3]
Cotesia rubecula parasita a la oruga del gusano de la col , generalmente en la etapa de primer estadio , con la avispa hembra picando y poniendo entre 20 y 50 huevos dentro del estadio huésped. El mecanismo de defensa de las orugas a veces puede matar los huevos. Si no lo hacen, la oruga no muere hasta que emergen las larvas de la avispa. El impacto sobre la población huésped puede variar mucho, desde un pequeño porcentaje hasta hasta el 75% de las orugas en un hábitat determinado.