Bis saeculari (27 de septiembre de 1948), es una constitución apostólica del Papa Pío XII sobre la Congregación de Nuestra Señora emitida para conmemorar el bicentenario de la bula papal Gloriosae Dominae del Papa Benedicto XIV en 1748.
Las constituciones apostólicas son la forma más alta de la enseñanza papal, por encima de las encíclicas y por debajo de la dogmatización ex cathedra. La Congregación de Nuestra Señora data de 1584. Está formada por asociaciones de personas, congregantes, dedicadas a la vida cristiana, siguiendo el modelo de la Virgen María.
El Papa Pío XII expresó su apoyo a las Congregaciones Marianas. Describió la Congregación como una auténtica " Acción Católica bajo los auspicios e inspiración de la Bienaventurada Virgen María" [1] y llamó a su renovación en la era de posguerra. El Papa estableció las directrices para el apostolado de los laicos.
El Papa Pío elogió a la Congregación por sus "numerosos y grandes servicios a la Iglesia" y dijo de los Congregantes: "En verdad, en la propagación, difusión y defensa de la doctrina católica, deben considerarse entre las fuerzas espirituales más poderosas". De las Reglas de la Congregación dice que "por medio de ellas los miembros son perfectamente conducidos a esa perfección de vida espiritual desde la cual pueden escalar las alturas de la santidad" y agrega que "dondequiera que las Congregaciones se encuentran en una condición floreciente, la santidad de vida y la sólida adhesión a la religión crecen y florecen fácilmente". Ilustra este punto añadiendo que "el hecho de que siempre tuvieron en el corazón el bien común de la Iglesia y no algún interés privado, lo prueba el testimonio intachable de esa serie más brillante de Congregantes a quienes la Madre Iglesia ha decretado los honores supremos de los altares; su gloria arroja lustre no sólo sobre la Compañía de Jesús, sino también sobre el clero secular y sobre no pocas familias religiosas, ya que diez miembros de las Congregaciones de Nuestra Señora llegaron a ser fundadores de nuevas Órdenes y Congregaciones Religiosas". [2]
Por su lealtad a la Iglesia, son bienvenidos ayudantes de las jerarquías. En el futuro, se deben observar doce principios para que las cofradías sigan siendo una organización eclesial eficaz. Los principios describen el valor continuo de las reglas existentes, la membresía basada en selecciones estrictas, la orientación mariana no solo de nombre, el liderazgo por parte de sacerdotes, derechos claros pero limitados para sacerdotes y obispos, la educación religiosa de sus miembros y la cooperación con otras organizaciones laicas. [3]
Bis saeculari tuvo el efecto de revitalizar el movimiento, conduciendo eventualmente a la formación de federaciones nacionales e internacionales. [4]