El Antimaquiavelo es un ensayo del siglo XVIII escrito por Federico el Grande , rey de Prusia y mecenas de Voltaire , que consiste en una refutación capítulo por capítulo de El príncipe , el libro del siglo XVI de Nicolás Maquiavelo . Se publicó por primera vez en septiembre de 1740, unos meses después de que Federico se convirtiera en rey. [1]
La obra, escrita en francés, se produjo en un momento decisivo de la vida de Federico, después de su juventud turbulenta y rebelde, e inmediatamente antes de su asunción al trono de Prusia. Federico, por supuesto, había leído a Maquiavelo mucho antes; no está exactamente claro qué atrajo su atención hacia este tema a fines de la década de 1730, aunque su afiliación con Voltaire y su inminente cambio de rango sin duda contribuyeron al proyecto. Se sabe por cartas a Voltaire que Federico comenzó a rumiar el proyecto a principios de 1738; su borrador de la breve obra se completó a fines de 1739. [2]
Voltaire asumió el poder en el verano de 1740. Vivía en Huis Honselaarsdijk , la residencia prusiana cerca de La Haya, y trabajaba con un impresor dudoso llamado Jan van Duren. Voltaire revisó el texto en profundidad a propósito y con el fin de recuperar el manuscrito. [3] [4] También hubo una edición combinada, con las enmiendas de Voltaire como notas a pie de página. [ cita requerida ]
Federico envió a Francesco Algarotti a Londres para que se encargara de la publicación del Anti-Maquiavelo en inglés. Mientras tanto, Federico se había convertido en rey y su autoría —que era un secreto muy conocido— convirtió el libro en un éxito instantáneo y un best seller. No es de extrañar que Federico tuviera otros asuntos en los que ocupar su atención y no volviera a dedicarse a la obra de forma apreciable.
El argumento de Federico es esencialmente de naturaleza moral: afirma que Maquiavelo ofreció una visión parcial y sesgada del arte de gobernar. Sus propias opiniones parecen reflejar un ideal en gran medida ilustrado de un arte de gobernar racional y benévolo: el rey, sostiene Federico, está encargado de mantener la salud y la prosperidad de sus súbditos. Por un lado, pues, Maquiavelo se equivocó al asignar un valor demasiado grande a las maquinaciones principescas que, según afirma Federico, terminaron en desastre, ya que las malas acciones del rey son asumidas por sus súbditos. Por otro lado, y en apoyo de la primera idea, Federico señala los numerosos casos en los que Maquiavelo había ignorado o menospreciado los malos fines de los numerosos malhechores que describe y elogia.