La Sinfonía n.º 11 en si bemol menor op.
Tiene tres movimientos en los que se dan vía libre a los sentimientos subjetivos (según declaración del autor).
Tiene cierta aridez, sobre todo en sus movimientos extremos, pero es interesante por su forma y por su escritura.
Se podría afirmar que esta obra es una sinfonía monotemática, ya que pese a la aparente diversidad de los diferentes temas de sus movimientos, todos están derivados de un motivo básico: el que comienza la obra en la introducción, Lento.
El primer movimiento es anguloso y tiene mucho nervio; el Andante es sin duda la parte más lograda y evoluciona desde la gravedad hacia una serenidad iluminada por la flauta que desemboca en un fugado de los instrumentos de viento, notable por sus sonoridades y por la fina complejidad de su textura.