Durante el siglo XVIII, Santa María fue la única parroquia de Taüll, mientras que San Clemente ejercía de capilla del cementerio moderno, pero en los siglos anteriores ambas iglesias habían compartido parroquialidad.
Además, establecieron ciertas alianzas con territorios italianos y demostraron una gran relación con el emperador germánico (lo cual es probablemente que propiciara la inminente entrada y aceptación del nuevo estilo Románico en el territorio), También entraron en varias disputas con la Francia meridional.
Esto mismo es muy relevante, ya que tenemos que ponernos en posición de los fieles del momento, quienes se veían vigilados y acechados tanto por el diablo como por Dios, apostillando nuevamente esa voluntad de las élites de mantener a los fieles bajo unas leyes estrictas en las que mantuvieran su posición social trabajadora sin rechistar.
Se piensa que esto ocurrió por varios factores, sobre todo por la necesidad de consolidar la frontera occidental tras la campaña del 985 de Al-Mansur y por el desarrollo económico implicado en la repoblación que se estaba llevando a cabo en lo territorios peninsulares.
Esto mismo también marca una diferencia con el resto de reinos peninsulares, donde los ritos hispánico y mozárabe pervivían.
Con posterioridad, la relación del Abad con el reino de Aragón y el contacto con los catalanes hizo que esta nueva corriente artística se fuera expandiendo por el territorio hispánico.
La actual se debe a una nueva fase edilicia iniciada en la segunda década del s. XII.
Así pues, esta cabeza eclesial constituye el foco generador de la dinámica pictórica.
Aquí, la figuración de la Maiestas Mariae adquiere una significación distinta, pues no se constata la venida del Mesías, sino que lo que se profetiza es la ofrenda, el sacrificio de Cristo en la cruz.
María, sentada en un trono decorado con gemas y rodeada de una mandorla perfilada con círculos concéntricos, sostiene al niño Jesús en su regazo.
La Virgen viste una ancha túnica azul, además de un velo corto que cae sobre sus espaldas bajo un nimbo amarillo.
Una greca bien trazada separa el semicilindro absidal del resto de la bóveda, que queda dividida en tres registros horizontales.
En la parte izquierda se sitúa Andrés con el símbolo de su martirio, la cruz, y Pedro, que sostiene las Llaves del Reino.
El último registro, parcialmente conservado, recuerda a cortinajes formados por semicírculos que incluyen palmitas.
El primer arco preabsidial está presidido por la figura del Agnus Dei con nimbo crucífero y sujetando la cruz con sus patas delanteras, inscrito en un círculo que recibe las ofrendas de Caín y Abel, aunque en la actualidad solo se conserva en buen estado esta última, bendecido por la Dextera Domini, que surge de entre las nubes.
El intradós del arco está centrado por la Dextera Domini, encerrada en un círculo sustentado por dos ángeles y flanqueada, en ambos lados, por profetas.
Los murales que recorren el lado meridional, desde la cabecera hasta el campanario, se dividen en tres registros.
La cuarta sección puede tener que ver con el episodio de san Martín compartiendo su capa con un pobre.
En la pintura del infierno observamos personajes desnudos que son víctimas de demonios antropomórficos y grotescos, con una especie de boca en el vientre y extremidades que se convierten en serpientes.
Este repertorio cromático se encuentra considerablemente lejos del que podemos ver en Sant Climent de Taüll.
No obstante, se podría ver una mano distinta en el infierno pintado en el último tramo de la pared.
Al mismo pintor se le atribuyen los murales que ornan la fachada interior de poniente.
El gigante ha sido concebido con el cuerpo inclinado y grandes extremidades totalmente desproporcionadas con el resto de la figura.
En la parte superior se representa una escena simbólica complementaria: un lobo al acecho de una gacela.
En el muro que cierra la nave central, entre columnas, se desarrolla la escena del Juicio Final.
Los programas más complejos incluyen otras figuras con diversos instrumentos simbólicos de la Pasión, fórmula que se popularizó en la época gótica pero que tiene el origen en los sarcófagos paleocristianos denominados precisamente “de la Pasión”.
La figura central de Cristo Juez se debía encontrar en la zona desaparecida del fresco.
A la derecha se figura, con indudable economía de medios, un pequeño infierno donde cuatro almas desnudas sufren el tormento del fuego.
Inmediatamente, por debajo del Juicio, ocupando el tímpano interior, aparece una figura masculina que sostiene dos copas en las manos.
El románico catalán en el contexto hispánico de la Edad Media: Aportaciones, encuentros y divergencias.