Ralph Pappier

Las artes plásticas atrajeron a Pappier desde su adolescencia y a poco de llegar en 1936 a la Argentina comenzó a trabajar en los departamentos escenográficos de los estudios Pampa Film, Artistas Argentinos Asociados y Estudios San Miguel; en este último creó el primer departamento de efectos especiales del país.Con un enorme bagaje cultural, su idea de la concepción arquitectónica y su fina sensibilidad le permitieron ambientar casi setenta films, entre los que se destacan, En el viejo Buenos Aires (1942), La guerra gaucha (1942) y Tres hombres del río (1943).Después de haber sido ayudante de director en La senda oscura, se inició en la dirección cuando en labor conjunta con Homero Manzi realizó Pobre mi madre querida (1948) y El último payador (1950).En 1950 dirigió Escuela de campeones, una cálida historia vinculada a los inicios del fútbol en la Argentina, y más adelante, el cortometraje Ayer y hoy (posiblemente su obra menos difundida), y Caballito criollo, con la destacada actuación de Enrique Muiño protagonizando su poética trama.Hubo otros filmes hasta que en 1965 dirigió Esquiú, una luz en el sendero, su última película.