Cuando una sustancia combustible se calienta mediante una fuente de calor externa, comienza a oxidarse; la reacción de oxidación es exotérmica, luego añade calor al de la fuente externa; conforme aumenta la temperatura se oxida más rápidamente, hasta que en cierto punto, el calor desprendido por la oxidación es suficiente para mantener la ignición sin ayuda de la fuente exterior.
Las condiciones alcanzadas en ese momento, determinan el punto de ignición.
Si las condiciones del entorno son las normales (atmósfera de composición normal, presión atmosférica normal —1013 hPa—) se denomina temperatura de ignición de una materia combustible a la temperatura mínima necesaria para que la materia empiece a arder y la llama se mantenga sin necesidad de añadir calor exterior.
La temperatura en ese punto suele ser unos 10 °C más baja que la de ignición.
Existe la posibilidad de que se produzca una combustión súbita generalizada (en inglés, flash over point o flashover) cuando, en una situación de incendio, los gases desprendidos por el combustible y que ocupan el ambiente alrededor del fuego, se calientan hasta un punto en el que se produce su ignición brusca.