Este término fue creado por los prehistoriadores para designar una situación intermedia entre la sociedad de jefatura (clanes, tribus, cacicatos…) y una organización política estática.
Por ello, se podrían considerar protoestados muchas naciones, reinos y otras entidades feudales medievales.
En la tercera guerra carlista, Carlos VII, el pretendiente al trono español, fundó un protoestado al ocupar Estella: estableció su Corte y llegó a acuñar una moneda propia.
Fue un protoestado totalitario que se financia con métodos mafiosos y atrae musulmanes de otros países.
[8] Otros ejemplos son Malí poscolonial, Kosovo[4] y el Estado Wa.