Pere Almató sintió pronto la vocación religiosa y se hizo dominico por consejo de Antonio María Claret.
«Una piadosa cristiana llamada Chop marcó con carbón el lugar de la sepultura, cosa que permitió después localizarlos fácilmente», dice Galmés en su biografía.
Una pequeña parte, depositada en San Felíu Saserra, se salvó.
Fue beatificado por Pío X en 1906, y canonizado por Juan Pablo II en 1988.
El último domingo de agosto se celebra una fiesta en San Felíu en conmemoración suya.