Nacido en Siria,[2] fue elevado al trono pontificio durante los funerales de Gregorio II.
Combatió a los lombardos e iconoclastas pero murió sin haber erradicado la herejía de estos últimos.
Tuvo con el rey de Lombardía, Liutprando, trato doble: primero se hizo su amigo para que no se apoderase de Roma y para que le cediera los pueblos de su provincia, luego acogió a los duques de Spoleto y de Benevento, rebeldes, uniéndose a ellos contra su bienhechor.
Y como este trató de vengarse, Gregorio reconociendo su debilidad, envió primeros, segundos y terceros embajadores a Carlos Martel, duque de Francia, para que le socorriera contra Liutprando.
Como papa, instituyó la fiesta de Todos los Santos, el 1 de noviembre, que inicialmente, solo se celebraba en Roma.