Horta se vio forzado a plegarse a las exigencias que se le impusieron: la parte más alta del edificio no podía tapar la vista de la zona baja de la ciudad desde el Palacio Real, por lo que tuvo que reducir su altura y enterrarlo a mayor profundidad.
En 1984, el estado intervino, convirtiendo esta asociación en una gestora paraestatal y atribuyendo a BOZAR una subvención, al tiempo que imponía las reglas habituales de las instituciones públicas.
En 2002 entró en vigor una nueva ley que modificó esta organización convirtiéndola en una sociedad anónima pública con vocación social.
Con el tiempo, la creación de despachos administrativos había deteriorado algunas zonas del edificio, ocultando varias claraboyas.
En la restauración, se decidió trasladar las oficinas fuera del edificio, bajo la Galería Ravenstein, liberando así superficie para dedicarla a actividades culturales.