El príncipe, antes de la ascensión al trono, solo poseía el nombre de nacimiento, pero en el momento de la coronación se transformaba en un nuevo título: el nombre de Sa-Ra, escribiéndolo dentro de un cartucho y añadiéndole el epíteto "Hijo de Ra", legitimando así su procedencia divina, ya que el faraón gobernaba Egipto como "heredero legítimo" del dios Ra sobre la Tierra.
A partir del Imperio Medio de Egipto, dinastías XI y XII, los faraones egipcios recibían cinco títulos.
Añadían al nombre de nacimiento otros cuatro más cuando accedían al trono.
El nomen, o segundo nombre en un cartucho, es el mismo que el rey posee desde su nacimiento y puede ser común con otros miembros de la dinastía.
Es también el nombre por el que los egiptólogos e historiadores se refieren a los reyes, aunque los números ordinales asignados son una convención moderna que no aparecen en los nombres antiguos.