Nelly Láinez

[6]​ Desde pequeña, fue educada principalmente por su padre, ya que su madre afrontaba serios problemas de salud.

[7]​ Durante su juventud, Láinez se desempeñó en la mercería de su familia, al mismo tiempo que estudió piano, declamación y zapateo americano, disciplinas muy practicadas en esa época.

A pesar de la oposición del director —que las había rechazado anteriormente y estaba fastidiado con el carácter prepotente de Láinez—, le dio unas breves líneas en Ronda policial (1936), donde solo debía pronunciar: «Adiós, adiós, el barco se va».

[7]​ Además, participó en Monsieur Canesú con Fidel Pintos —con quien forjó una gran amistad—, Ñato Desiderio con Mario Fortuna y Radioteatro Lux.

En 1949, fue convocada por el director Carlos Schlieper para realizar un pequeño rol en Fascinación, protagonizada por Homero Cárpena y Susana Campos.

[2]​ Filmó La mujer desnuda, Cuando los hombres hablan de mujeres, con Luis Sandrini, Villa Cariño está que arde, con Juan Carlos Altavista, y El bulín.

Su trayectoria teatral es breve dado que a Láinez no le agradaban las presentaciones en vivo frente al público y a menudo solía decir: «Una tiene que estar encerrada en el sótano tres horas para actuar cinco minutos».

[13]​ Láinez se ponía muy nerviosa en el escenario y a menudo bromeaba que en esa oportunidad, en lugar de convertirse en la «reina de la calle Corrientes», se había convertido en la «reina del Argerich» porque la habían retirado del teatro en ambulancia.

[14]​ Su debut en televisión fue en 1959 con El consultorio de Berta, aunque luego se sumó al ciclo Operación Ja-Já durante varios años.

Gabriela Acher, compañera de elenco, la recordó: «La admiraba muchísimo, era extraordinaria, una persona maravillosa.

Durante algunos años, le fue difícil encontrar trabajo y atravesó severas vicisitudes económicas a tal punto que tuvo que vender algunos valores para sobrevivir, como su Renault 6, su televisor, su premio Martin Fierro y su tapado de piel.

[15]​ La comediante temía al comienzo competir con Gasalla del mismo modo que le había ocurrido con Jorge Luz, pero la relación entre ambos fue de mutua admiración y respeto, y a menudo Láinez evitaba sobresalir por encima de él.

[16]​ Su sobrina nieta, Milena Jacoby Láinez —que adoptó su apellido artístico—, incursionó como actriz y productora teatral.

Láinez desmintió el suceso en una entrevista y, además, confesó que su pariente solo se encargaba de mantener su departamento.

Su desfachatez aparecía cuando nadie la miraba, por eso, sus éxitos fueron en la radio, el cine y en los programas de televisión grabados.

[22]​ Aunque su belleza no se adecuaba a los rígidos parámetros estéticos, Nelly Láinez supo potenciar su ingenio y su picardía para instalarse en el mundo del espectáculo.

[15]​ Iliana Calabró, cuyo padre trabajó con la actriz, comentó que Láinez estaba «siempre arriba, eléctrica, radiante.

[18]​ En 2023, fue homenajeada con una exposición en la Casa del Teatro que exhibió vestuario y fotografías de la actriz.