Al consagrado por medio de este voto se le llamaba nazireo o nazareo.
[4][5] Las leyes que debían seguir se encuentran enumeradas en el capítulo 6 del libro de los Números.
Cuando el nazareo terminaba su periodo de consagración, ofrecía un sacrificio a Yahveh y se rapaba la cabeza.
La narración bíblica le hace poseedor de una fuerza sobrehumana con la cual derrotó a los Filisteos.
[9][1] En el Nuevo Testamento, tanto Juan el Bautista[10] como Pablo de Tarso,[11] presentan características que bien podría decirse pertenecen a la institución del nazireato.