Fue descrita por primera vez por el zoólogo danés Cantor en el año 1842, y se puede encontrar en los siguientes países asiáticos: China, Laos, Taiwán y Vietnam.
El veneno consiste principalmente de cobratoxina (neurotoxina), hemotoxina y cardiotoxina.
Los síntomas locales producidos en sus víctimas por la cobra china son el oscurecimiento de la herida, enrojecimiento localizado e hinchazón, dolor, insensibilidad, e invariablemente ampollas y necrosis.
Los siguientes síntomas sistémicos también pueden presentarse: incomodidad en el pecho, fiebre, dolor de garganta, dificultad para tragar, pérdida de voz, sentimiento de debilidad en los miembros, marcha pausada, dolor general, trismo, y dificultad para respirar.
El suero antiofídico está extensamente disponible y las muertes son mucho menos frecuentes que antes.