Messor barbarus

[1]​ En el otoño la reina recién fecundada se entierra unos centímetros y se encierra; tiene reservas para un año metabolizando los músculos alares y las reservas de grasa; debe madurar los órganos ponedores durante el invierno, y en marzo-abril empezará la puesta, de la que irá consumiendo algunas larvas hasta conseguir sacar adelante unas pequeñas cuidadoras, que se dedicarán a cuidar la cría; estas cuidadoras inhiben el nacimiento de su propia casta y nacerá alguna pequeña exploradora, algo más grande e inquieta, que abrirá el nido y saldrá en busca de alimento; dada la fuerte competencia intraespecie que tiene la Messor barbarus los nidos jóvenes son tímidos y pasan la mayor parte del tiempo encerrados el primer año; el segundo año aumenta el número de exploradoras y cuando se llega a unas cincuenta obreras aparece una casta de obreras capaz de mantener limpio un granero.

Pueden aprovechar alguna piedra que tenga gran capacidad calorífica para desarrollar más rápido la cría en tiempos fríos o de competencia con otros nidos cercanos.

Las obreras se encargan de recolectar granos y trasportarlos al nido almacenándolos en el granero.

Para alimentarse una obrera va hasta el granero, y trae una semilla que abre en la sala de cría quitándole la cáscara.

La reina se aparea una única vez con un macho guardando el semen de este en una espermateca.

Cono exterior del nido.
Soldado llevándose al hormiguero una cipsela con eleosoma de Centaurea pullata .
Cabezona llevándose una silicua de Moricandia arvensis .