Una marcha procesional es la música utilizada para acompañar a las procesiones de Semana Santa.
La marcha procesional se creó en la segunda mitad del siglo XIX y lo hace bajo el concepto de marcha fúnebre, como forma musical muy recurrida durante dicha centuria, albergada bajo la corriente estilista del Romanticismo.
Pero muy pronto comenzarían a aparecer las primeras marchas fúnebres compuestas específicamente para cofradías y hermandades.
Así, aunque existen referencias que apuntan a la existencia de marchas fúnebres ya en la segunda mitad del XIX, según los documentos existentes, es la marcha fúnebre compuesta por Rafael Cebreros para la Semana Santa de Sevilla, y que se publicó en 1874.
En 1876, y en Cádiz, Eduardo López Juarranz, compone la marcha fúnebre «¡Piedad!» en honor a la corporación del mismo nombre de esta ciudad.
En años sucesivos, Juarranz, acometería nuevas marchas, entre la que destaca «Pobre Carmen», común en innumerables ciudades españolas.
Ambas marcarían el estilo de otras muchas composiciones que les sucederían.
En 1924, este último sorprendió con «Soleá dame la mano» una composición marcada por el nacionalismo e impresionismo Germán Álvarez Beigbeder vive durante su actividad artística diferentes etapas dentro de la historia de la marcha procesional.
En 1906, con «Nuestra Señora del Rosario» introduce novedosamente la corneta en una marcha para banda de música.
Manuel Borrego Hernández Compositor nacido en 1888 en la localidada sevillana de Huévar del Aljarafe y fallecido en Sevilla en 1958.
Desde muy joven comenzó a componer marchas procesionales, algunas de las cuales aún se escuchan aunque desgraciadamente no tanto como sería deseable para muchos.
Entre ellos nombres como el de Antonio Pantión Pérez, compositor de «Jesús de las Penas» en 1943, el ya mencionado Manuel Borrego Hernández, Francisco Melguizo Fernández, Enrique Báez Centella, Rafael Márquez Galindo, Germán Álvarez Beigbeder, Emilio Cebrián Ruiz, Pedro Gámez Laserna, Pedro Braña Martínez o Jaime Texidor.
Pero también desempeñó un papel destacado en el repertorio de marcha procesional, según Mateo Olaya «[...] las marchas procesionales de Emilio Cebrián destacan por una cuidadísima construcción, una vocación especialmente melódica y unos giros llamativos [...]».
«Nuestro Padre Jesús» , marcha compuesta en 1935, y que está dedicada al Nazareno de Jaén, «El Abuelo», reúne todas las condiciones ideales para ser un verdadero modelo, siendo fuente de inspiración para muchos compositores.
En adelante serían cada vez más los que recurrirían al estilo «farfaniano»” a la hora de componer música procesional.
Mientras, la marcha procesional experimenta un desarrollo nunca antes visto, apareciendo nuevamente, la figura del músico militar, como el ya tratado Pedro Gámez Laserna o como Juan Vicente Mas Quiles.
Quien, tras pasar por la ciudad hispalense, recala en Valencia sin dejar de firmar partituras religiosas.
Otros nombres salen a la palestra, como el caso de Pedro Morales Muñoz.
Ricardo Dorado Janeiro es considerado como la figura más importante de la música para banda militar.
Ahora, la música queda supeditada al paso, llegándose al punto de que los compositores se ven obligados a componer para el costalero, quedando en segundo plano criterios estrictamente musicales.
Su obra se ha extendido por toda la geografía española, traspasando incluso sus fronteras, siendo interpretadas en alguna que otra ciudad de América.
Sus marchas son sencillas, agradables al oído e interpretables para cualquier tipo de banda.
De un lado, aquellos que quieren componer están abocados a innovar, encontrándose, no pocas veces, con la oposición de los intereses y la moda añadiendo nuevos horizontes y lenguajes, aunque no son pocas las veces que sus partituras chocan frontalmente con los intereses imperantes o la moda.
Aquellos difícilmente se hacen notar, estos gozan de los privilegios y del prestigio que pone a su servicio el sistema.
Últimamente ha surgido una especie movimiento historicista que pretende dignificar la esencia de López Farfán, Gámez Laserna, Álvarez Beigbeder, Braña, etc.
Su obra cumbre es Alma de la Trinidad compuesta en 2000 y que es su marcha más conocida.
En Sevilla, Francisco Javier Alonso Delgado, con marchas como «Madre de Dios de la Palma», «Madre Dolorosa» o «Virgen Macarena», está dejando muy claras sus cualidades; destacan los rasgos sinfónicos de José de la Vega, Pedro Morales con «Esperanza Macarena» o «Virgen de la Paz», y sus marchas fúnebres como «La Soledad»; Juan Velázquez con «Rosario de Monte-Sión» o su hermano José Velázquez con su marcha más emblemática «Aniversario Macareno»; Juan José Puntas Fernández con «Gran Poder», «Angustias de los Cruceros Coronada», «Jesús Nazareno» o «A ti... Manué», su obra cumbre; Francisco Pastor Bueno, Camilo Jesús Irizo Campos, David Hurtado, José Manuel Bernal, Juan García Sánchez, José Manuel Delgado, Juan Antonio Barros Jódar, Jacinto Manuel Rojas Guisado, Pablo Ojeda Jiménez, Francisco Pizarro Gómez, Manuel Marvizón Carvallo (Madre Hiniesta, Candelaria, Coronación, entre otras) o Jorge Águila entre otros, destacando la labor de José María Sánchez Martín, que se está convirtiendo en el compositor más afamado y aclamado con sus originales composiciones, "Un Ángel te Consuela", "Y Expiró el hijo de Dios" o "Caridad" son muestras de su labor.
Actualmente en Cartagena siguen creándose obras procesionales con un sello de identidad propio a la vez que incorporan elementos más actuales, como es el caso del compositor Javier Pérez Garrido, premiado por sus marchas procesionales en varios concursos de composición a nivel nacional como los de Toledo[1] o San Pedro del Pinatar.