Luis de Usoz

Se quedó pronto huérfano, pues su madre murió en 1813 y su padre en 1820.Tuvo por condiscípulo al hebraísta Antonio García Blanco, quien dejó constancia de las dificultades que tuvieron que atravesar Usoz y él para poder conseguir buenos libros para aprender la lengua.En Italia, Luis de Usoz fue colegial de San Clemente, en Bolonia, y allí perfeccionó sus conocimientos filológicos por el trato con el políglota Giuseppe Mezzofanti, a la sazón bibliotecario en Bolonia, y Michelangelo Lanci.Muy aficionado a la lectura de la Biblia en sus textos originales, mantenía sus creencias cristianas sin afiliarse al espíritu radicalmente católico de la época, el cual condenaba y abominaba.Hace mucha amistad con el catedrático de árabe del Ateneo, Serafín Estébanez Calderón, por su común afición a la literatura y al Romancero (Usoz hizo una gran colección de pliegos sueltos que pasó a la Biblioteca Nacional).«Consiste el cristianismo» -añade Usoz- «no en una religión que ata y fuerza a seguir un sistema especial o que obliga a adoptar este o el otro credo, sino en creer y profesar todas aquellas palabras que tenemos en el Testamento Nuevo, como expresamente pronunciadas por Jesucristo mismo, y en seguir todo aquel conjunto de sus acciones y divina vida que nos dejó por ejemplo».Usoz no es filósofo y aborrece la filosofía: «Cristo no enseñó metafísica ni constituyó sistemas», dice en el prólogo de las Artes de la Inquisición.Con esa idea, luchó a brazo partido para introducir biblias protestantes en España y colaboró de todas las formas posibles en la propagación de este género, a veces incluso difundiendo las revistas protestantes en castellano, las cuales redactaba su amigo Juan Calderón en Londres, El Catolicismo Neto y su sucesora, El Examen Libre.Sus libros predilectos son los pietistas protestantes, los unitarios, los cuáqueros, los independientes: Gurney, Jonatás Dymond, Channing.Para envolver esas obras tan despreciadas por la cultura oficial desplegó una gran esplendidez tipográfica hasta entonces desconocida en España, sirviéndole primero las prensas de Martín Alegría en Madrid (ex aedibus Laetitiae), y luego las de Spottiswoode, en Londres.
Retrato de María Sandalia de Acebal (1820) por José de Madrazo . Colección particular.