[1][2] Esta disposición junto con la previa Ley de Responsabilidades Políticas (1939) constituyeron la base legislativa fundamental sobre la que se desarrolló la represión franquista contra el republicanismo.
De acuerdo con la ley, constituía delito el pertenecer a la masonería, al comunismo y demás sociedades clandestinas a que se refería la propia ley (artículo 1).
A los efectos de la Ley se consideraban comunistas los inductores, dirigentes y activos colaboradores de la tarea o propaganda soviética, trotskistas o similares (artículo 4).
Estas retractaciones canónigas existieron al principio de la posguerra, se unían en algunos casos al expediente y con algunas variaciones era la siguiente:[4][5] Yo … teniendo ante mí los Santos Evangelios, que toco con mis manos, y sabiendo que ninguno puede salvarse fuera de la Fe que profesa, cree, predica y enseña la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, contra la cual me pesa de haber gravemente errado, porque he profesado y creído doctrinas contrarias a las enseñanzas de la misma.
Ahora, iluminado por la divina gracia, hago profesión de creer que la Santa Iglesia Católica, apostólica, Romana, es la única y verdadera Iglesia fundada por Jesucristo en la tierra, a la cual de todo corazón me someto.