Esta dualidad del planteamiento es patente en el mismo, pudiéndose identificar los elementos que atienden a cada uno de los aspectos reseñados.
Este proyecto se frustró y poco después emergía uno alternativo en Bilbao, el del Museo Guggenheim, lo que motivó las críticas de Oteiza y una controversia que solo se apagó ante el inusitado éxito del nuevo museo.
La razón de ser de la misma, por tanto, hay que buscarla en la adaptación funcional al uso para la que fue proyectada, siendo este, en consecuencia, un aspecto a considerar preferentemente en la valoración del edificio.
La limpieza y contundencia de la estructura existente, no obstante, terminan por caracterizar espacialmente el interior del mismo.
En una visión más global ofrece una singular imagen que lo identifica claramente como edificio singular frente a los inmuebles circundantes, mayoritariamente residenciales, mediante la resolución de su fachada con determinados resortes compositivos que sugieren un uso industrial del edificio, por un lado, y muestran un carácter claramente urbano, por otro.
En el interior se han construido tres cubos forrados de ladrillo y suspendidos sobre 43 columnas diferentes.