En su obra De Lamiis hace hincapié en la inutilidad de las confesiones obtenidas mediante tortura: "Confiesan cosas que son sencillamente fábulas, mentiras y embustes que ni existen ni existirán jamás, ni podrían existir según las leyes de la naturaleza".
La bruja somatiza el mal que se le imputa y que farfulla bajo tortura y así se siente volar para ir al sabbat o goza de una cópula imaginaria con el diablo.
Según Julio Caro Baroja, Wier «niega que el mismo Demonio ponga su poder al servicio de éstas [las supuestas brujas] y que, por lo tanto, se verifiquen realmente sus propósitos y que tenga lugar el pacto de mutuo acuerdo.
El Demonio lo único que hace es engañarlas, apoderándose de su espíritu.
Ahora bien, se comprende que para esto escoja a la gente más propicia, o sea los débiles, melancólicos, ignorantes, maliciosos, etc. Y como éstos abundan más entre las mujeres que entre los hombres, es natural también que entre ellas haya más captadas».