De regreso en Francia, comenzó en el cine escribiendo guiones, para sí mismo y para otros directores.
La película fue tachada de colaboracionista, y le costó al director cierta marginación en el ambiente del cine francés.
Sin embargo pronto retomó su actividad, y algunas de sus siguientes películas fueron premiadas en varios festivales (Premio Internacional al mejor director del Festival de Venecia por En legítima defensa (1947), y León de Oro del mismo festival, por Manon (1949).
Clouzot estaba situado entre el primer cine francés y la nouvelle vague.
Había leído muchas novelas de detectives (especialmente porque la tuberculosis lo postró en cama durante algunos años) y estas forjaron su perspectiva negativa de la sociedad.