Asumirían también las funciones de ejecución de las órdenes reales y actuarían como delegados del monarca en determinados actos, especialmente militares.
Pertenecían a la clase nobiliaria de los maiores.
Su dignidad era inmediatamente inferior a la del duque y el conde.
[1] Al gardingo le convocaban con los obispos para hacer las leyes.
[2] La palabra proviene del germánico *wardôn", 'guardar'.