El más grande, el Abu Dhabi Investment Authority (ADIA), maneja activos estimados en $875.000 millones, cerca de tres veces el PIB suizo en 2007.
[5][6] Además, muchos FSI no tienen un objetivo declarado, y en algunos casos, aun cuando lo tienen pueden presentar comportamientos poco en línea con los mismos.
[9] Concretamente el 62% de los fondos estudiados por el Sovereign Wealth Fund Institute (SWFI) se basan en gas y petróleo.
El más transparente sin duda es el Government Pension Fund of Norway, más conocido por sus siglas GPF, conocido por retirar inversiones en empresas que no cumplían con los estándares éticos del fondo como la fabricación de armamento o haber causado daños al medioambiente.
Este sistema, conocido como Patrón oro, tuvo vigencia hasta 1914 y después de la Segunda Guerra Mundial, fue consolidado en los Acuerdos de Bretton Woods que garantizaban la convertibilidad del dólar en oro hasta 1973.
[15] Normalmente se considera que el primero fue el Kuwait Investment Authority (KIA), creado en 1953 para gestionar la riqueza generada por el petróleo.
[18] Por ejemplo, los hedge funds o fondos de inversión libre, con un patrimonio menor a nivel mundial, han recibido mucha más atención.
La primera indica cuán importante es el fondo en relación con el tamaño de la economía nacional.
ADIA, el kuwaití KIA, el catarí QIA y el GIC de Singapur lideran la clasificación en este aspecto.
China, Rusia o Corea del Sur, aun teniendo FSI de cierta magnitud, presentan comportamientos más conservadores, y destinan a sus FSI entre el 10 y el 20 por ciento del valor de sus reservas internacionales.
En países altamente estables, como Dinamarca, Catar, China o Australia, es extremadamente improbable que sus FSI experimenten un agotamiento precisamente debido a su estabilidad política.