Ciertas fisuras datan de la formación de la roca, otras son el resultado de las fuerzas tectónicas que han obrado ulteriormente sobre ella.
Las de las rocas compactas y duras se llaman diaclasas.
Se deben a esfuerzos de tracción, torsión o compresión.
Los cambios de temperatura y la meteorización destacan y amplían la anchura de diaclasas, fracturas y planos de sedimentación, y en rocas carbonáticas la disolución interviene además en este proceso como agente principal.
[1] Las grietas o fisuras de contracción o retracción se producen por la desecación de material arcilloso o por el enfriamiento de rocas volcánicas (disyunción columnar).