Facultad de Filosofía y Letras (Universidad Complutense de Madrid)

[1]​ El edificio está construido sobre una plataforma prominente en posición lateral respecto a la avenida Complutense, eje vertebrador de la Ciudad Universitaria.

La fachada sur se orienta hacia la calle del Profesor Aranguren a través de un amplio jardín aterrazado.

Bajo su reinado continuó el sistema de alternancia política que había proporcionado cierta estabilidad al país, pero no se resolvieron problemas como los crecientes nacionalismos, la intervención del ejército en la política o las fuertes reivindicaciones sociales.

En todos ellos tuvo como colaborador al ingeniero Eduardo Torroja Miret, figura imprescindible para entender la arquitectura española de entreguerras.

[1]​ En el año 1929, la crisis económica internacional alcanzó España y provocó meses después la caída del dictador Primo de Rivera.

El advenimiento de la Segunda República no supuso un obstáculo para el desarrollo del proyecto universitario.

Al contrario, a la vez que se impulsaban reformas de contenido educativo e iniciativas como las Misiones Pedagógicas, el nuevo gobierno apoyó decididamente las obras del campus, en las que llegaron a trabajar simultáneamente más de cinco mil obreros.

Todo ello debió crear un clima propicio para que Aguirre desarrollara con más libertad sus propias ideas, aunque los planos definitivos del proyecto estén firmados por ambos arquitectos.

Entre los profesores que enseñaron en los años treinta en este edificio se encontraban algunos de los mejores intelectuales y escritores del momento, como José Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, María Zambrano, Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Rafael Lapesa, Elías Tormo, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Claudio Sánchez Albornoz, María de Maeztu y Hugo Obermaier.

Los daños en la fachada delantera fueron menores, aunque se perdió la gran vidriera de estilo art decó del vestíbulo con la Alegoría de las Humanidades, realizada por la firma Maumejean según diseño del arquitecto.

[1]​ El arquitecto realizó tres diseños para los jardines de la parcela, dos anteriores a la Guerra Civil y otro posterior.

Los elementos vegetales, con formas limpias y sencillas, no impedían la visión general.

Los jardines de la parcela se fueron transformando paulatinamente, aumentando el arbolado y perdiendo la claridad inicial.

[1]​ A partir de los años sesenta del siglo XX, con el incremento progresivo del alumnado en las disciplinas integradas en la titulación de Filosofía y Letras, el edificio resultó insuficiente para albergar toda la actividad docente.

En el año 2008, la vidriera del vestíbulo fue reconstruida tras un cuidadoso proceso de documentación a partir de dibujos originales del arquitecto, devolviendo su carácter y significado a este singular espacio.

Un soportal o porche de hormigón y granito recorre toda la fachada sur, marcando el nivel del basamento.

Tiene en su fachada cuatro alturas, con un plano central prominente acristalado, esquinas ciegas que abrazan las escaleras y un pórtico con columnas en planta baja marcando el acceso.

Este vestíbulo conecta en plantas baja y primera con el paraninfo o aula magna, que tipológicamente es un hemiciclo clásico con una hermosa galería de columnas estucadas en color negro en el piso superior tras la cual se abren grandes ventanales.

Cuenta con un pequeño escenario y se cubre con un lucernario en forma de abanico que puede ser oscurecido a voluntad accionando un ingenioso sistema mecánico.

Las paredes del paraninfo están revestidas en madera y decoradas con molduras de influencia art decó.

Conserva la pantalla original que se desplaza mediante poleas y motor eléctrico.

Bajo el paraninfo, en semisótano, el restaurante y cafetería de profesores se desarrollan en abanico, mostrando interiormente la columnata de hormigón, y se abren al jardín a través del soportal que recorre toda la fachada sur.

Las fachadas están articuladas horizontalmente con impostas o albardillas corridas de piedra caliza que delimitan los petos y las bandas de ventanales apaisados, separados entre sí por los pilares chapados en el mismo material pétreo.

Cada planta, salvo el semisótano, tiene un tratamiento diferenciado por el color del alicatado, azul, gris, verde y amarillo en sentido ascendente.

[1]​ El cuerpo transversal presenta una estructura similar a la de los cuerpos o alas laterales, con pasillo central y dependencias a ambos lados, pero con un tratamiento de fachadas uniforme en toda su longitud, con petos corridos y ventanales apaisados, separados por pilares.

Los pilares están chapados en piedra caliza similar a las albardillas, aunque en origen su tratamiento también fue diferente.

También se utiliza granito en las columnas cilíndricas del soportal de la fachada sur.

Interiormente, las zonas nobles están soladas con piedra en distintos tonos, formando dibujos geométricos.

Vista del edificio
Vista de la fachada