A menudo se encuentran adosadas entre sí formando auténticas necrópolis subterráneas, con un corredor de acceso común y una antesala, a menudo amplia y con techos altos.
Se atribuyen a la cultura Ozieri, durante el Neolítico, que en aquel momento cambió radicalmente el modo de vida de la sociedad sarda.
Las cuevas funerarias fueron excavadas próximas entre ellas con tal de formar necrópolis, en las laderas donde afloraba roca viva.
Se pueden encontrar, por ejemplo, cuevas en forma de cabaña redonda con techos cónicos, aunque inclinados, y una estancia rectangular provista de puertas y ventanas.
Sobre las paredes se dibujaban a menudo símbolos mágicos en relieve, que representaban cuernos de toro estilizados, espirales, u otros diseños geométricos.