Es un aparato electrónico pequeño y ligero, normalmente portátil, que guía fácilmente al usuario utilizando instrucciones de voz.
[1] Actualmente, el desfibrilador externo DEA o DESA se incluye dentro de la reanimación cardiopulmonar (RCP) básica instrumentalizada.
En los países desarrollados la tendencia es a colocarlos en lugares concurridos para evitar los episodios de muerte súbita, dado que su efectividad es máxima en el momento inicial, disminuyendo rápidamente en los minutos sucesivos.
Es importante pedir a tiempo el desfibrilador (suelen ser de acceso público), tomarlo y utilizarlo pronto.
La desfibrilación en los 3–5 primeros minutos del colapso puede producir tasas de supervivencia tan altas como 50–70 %.
Así, en la parada presenciada de un adulto con FV en el medio prehospitalario, la desfibrilación realizada en los primeros 3 minutos consigue una supervivencia superior al 50 %.
Es un servicio clave por lo que el desfibrilador externo semiautomático debe estar siempre a punto en caso de necesitarlo.
Así mismo, el mantenimiento deberá realizarse por personal específica y suficientemente cualificado para ello.
En esta dirección se mueven todos los países europeos, así como España, cuya normativa vemos a continuación.
También cabe recordar que las primeras personas en llegar a un evento son las que están cercanas a él o las fuerzas de seguridad del estado, estas últimas están formadas para utilizar el desa aunque no lleven uno consigo y las personas cercanas al lugar pueden tener conocimientos de utilización o incluso ser sanitarias.
Gracias a eso, en 2010, por ejemplo, se salvó la vida del futbolista Miguel Ángel García en Salamanca.