Ferrán Sánchez de Valladolid fue cronista de Alfonso XI y se le encomendó la tarea de historiar los hechos del pasado reciente y, desde estos, valorar las circunstancias del presente: Para ello se valió de los materiales alfonsíes reelaborados en la corte de Sancho IV.
En ella se distinguen tres partes: Alfonso X es mostrado como un rey débil, contrafigura de Alfonso XI, el Justiciero.
Es muy diferente a la anterior, pues tiene dos objetivos: justificar el linaje del rey que encarga esta tarea historiográfica y mostrar la maldad de los poderosos, cuyas actitudes tantos problemas trajo al reino y al rey.
La gran preocupación del cronista es presentar las actitudes con que la reina se enfrenta a los problemas que acarrea la minoridad del heredero y mostrar el enfrentamiento entre los poderes nobiliarios y regalistas.
Según Gómez Redondo (2), La trama de la crónica se divide (...) en siete unidades narrativas: A pesar de los tres casos anteriores, quizás ésta sea la primera crónica que podría calificarse propiamente como real; es decir, al cronista solo le interesa contar (de forma muy viva, puesto que es coetáneo de lo que narra) aquello que atañe a este monarca y por ello organiza los hechos con la intención de afirmar un saber histórico muy concreto, que sirva de apoyo al nuevo entramado cortesano que el rey quiere crear.