Empezó en el Café de la Gare, un café-teatro que Romain Bouteille había creado en 1969.
Dejó la escena del cabaret para ir ante las cámaras de cine, trabajando en numerosas películas francesas.
Dio un nuevo rostro a la televisión, informal y con un uso osado del lenguaje.
Coluche reivindicaba su grosería: «Toujours grossier, jamais vulgaire» (siempre grosero, nunca vulgar).
Percibió la insuficiencia de la ayuda francesa hacia los más pobres y creó un organismo caritativo que existe todavía: Los Restos du Coeur (los restaurantes del corazón).