Son consideradas como una opción de préstamo rápido, pues el mecanismo es el siguiente: Generalmente se enfocan a la población con bajos ingresos.
Las casas de empeño han operado por varios siglos tanto en oriente como en occidente, variando en su forma de operación así como su fundación y estatutos bajo los que se rigen.
A principios del siglo XX se fundó en Lima el Monte de Piedad, inspirado en instituciones europeas similares.
A lo largo del siglo XX, estas casas de empeño se multiplicaron, convirtiéndose en una importante fuente de crédito para particulares y pequeñas empresas, especialmente para aquellos que se encontraban al margen del sistema bancario formal.
El gobierno peruano introdujo entonces una normativa para supervisar estas actividades, protegiendo a los consumidores y garantizando la transparencia de las transacciones.