No se vuelve a tener información hasta los siglos posteriores.
Sí hay que decir, que Carreño fue siempre de realengo, sin dependencia de señoríos y estuvo representado en las Juntas Generales del Principado desde los siglos XIV y XV, estando integrado en el partido llamado de Avilés, aunque esto no quiere decir que en sus tierras no existiera aristocracia regional o local.
En la falda del monte San Sebastián, estaba la fábrica con las calderas para derretir la grasa de las ballenas.
En este siglo es cuando todas las funciones administrativas se centralizan en las casas consistoriales de Candás.
Durante el trienio liberal el concejo se disgregara en tres concejos, con capitales en Candás, Guimaran y Tamón, aunque esta situación no duró mucho tiempo.
La tradición cuenta que dicha imagen fue lanzada al mar por los protestantes y milagrosamente salvada por nuestros paisanos balleneros.
Tras la guerra, Carreño culmina el proceso de transformación, convirtiéndose en uno de los concejos con mayor concentración industrial, pero hay que destacar la progresiva crisis en los últimos decenios, tanto del sector pesquero como del industrial.
Entre las lomas se disponen cinco hermosos valles, tomando todos ellos dirección este-oeste.
Esta población joven emigra en el último tercio del siglo XIX, teniendo especial predilección por Cuba y luego México, Argentina, Venezuela y Estados Unidos.
El concejo de Carreño está dividido en doce parroquias: Este concejo tiene un gran legado patrimonial que iremos detallando a continuación: En la capital del concejo, Candás, destacan las instalaciones industriales vinculadas a la producción de conservas de pescado.
Carreño ha proporcionado además varios deportistas de élite a lo largo del siglo XX, entre los que cabría destacar al piragüista y medallista olímpico Herminio Menéndez, al ciclista Vicente López Carril (que da nombre al polideportivo municipal), al futbolista internacional Julio Alberto Moreno y a Enrique Rodríguez Cal, medallista olímpico en boxeo en Múnich 1972.